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Columna
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28-F y 3%

Tengo para mí que el 25 aniversario del referéndum sobre la autonomía andaluza ha venido en un gran momento. Se está produciendo un debate territorial en España donde Cataluña y el País Vasco mantienen posiciones discordantes con el resto de comunidades y, a veces, con un difícil encaje. España es un culo con dos granos pero eso no quiere decir que todos los demás seamos meros espectadores. El recordatorio de aquella gesta popular ha venido muy bien para que todo el mundo tenga presente que el grado de autonomía de que goza Andalucía fue una conquista porque los andaluces rompimos el modelo preestablecido al acceder, con enormes impedimentos, a la autonomía plena. De nuestro esfuerzo se aprovecharon luego otras comunidades. Ha venido bien para el debate sobre las reformas estatutarias, para que todos sepan que Andalucía tiene carta de legitimidad para hablar de financiación y competencias. Está muy bien que cada comunidad decida el camino que desea para su futuro y que se ponga el nombre que quiera, pero no es menos importante saber cuáles son los límites en los que nos movemos, tanto en el ámbito competencial como en el financiero, para que no se jale del mantel para un lado con el peligro de tirar los platos por el otro. Ya sé que como dijo Orwell todos somos iguales pero unos somos más iguales que otros. Y que en Andalucía no se usa ni el chantaje ni la violencia, pero eso no quiere decir que no podamos reclamar las cuotas de autogobierno de cualquiera sin necesidad de enfundarnos en más bandera que la de la razón ni en más nacionalismo que el de la solidaridad.

Cataluña ha demostrado estos días que su clase política no es tan maravillosa como ellos mismos nos querían vender, no son tan florentinos ni tan sutiles. No había seny, lo que había es omertá, el interés por taparlo todo como han demostrado los que han utilizado el chantaje de la reforma estatutaria y quienes han caído en él y han dado marcha atrás. La clase política catalana no es mejor que la nuestra. La metedura de pata del molt honarable president no ha hecho sino demostrar que en todas partes cuecen habas. Encima ha dado mayor relieve e importancia en el debate territorial a la Junta de Andalucía. Por eso quienes hayan querido esconder el incidente catalán no le han hecho un favor al presidente de la Junta.

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