Que emprendan otros
El 59% de los europeos no ha considerado nunca crear una empresa, un porcentaje que en España se eleva al 70%
España es uno de los países con un índice menor de creación de empresas con alto potencial de desarrollo. Un tipo de compañía esencial por su contribución a la creación de empleo y a la expansión. Empresarios y expertos coinciden en su diagnóstico general: España carece de cultura emprendedora suficiente para estar junto a los países más desarrollados.
La actividad emprendedora bajó un 24% en 2004, según el observatorio internacional GEM
"Que inventen ellos". Un siglo después de que Miguel de Unamuno escribiera aquella sentencia señalando al pragmatismo europeo, España continúa doblegada al "que emprendan ellos". No siempre ha sido así y décadas atrás, la economía española disfrutó de una clase empresarial con iniciativa emprendedora. Sin embargo, hoy en día son pocos los que recibirán el apoyo o aliento de su familia cuando anuncien que van a montar una empresa.
Ser empresario no está de moda en España, consideran varios expertos consultados y lo corroboran las estadísticas. En la mentalidad española encaja mejor un plaza vitalicia en la Administración o un puesto indefinido en cualquier empresa antes que embarcarse en la travesía de montar una compañía propia.
El estudio GEM (Monitor Global de la Actividad Emprendedora en sus siglas en inglés), elaborado por el Instituto de Empresa y que se publica en 32 países, indica que España está a la cola en la creación de empresas con alto potencial de crecimiento, un tipo de compañía que se identifica por su rápido aumento de plantilla y expansión, y que será clave en los próximos años para la creación de empleo y la mejora de la competitividad. La mayoría de las empresas que se han creado en España durante los últimos años son por lo general de un empleado, básicamente trabajadores por cuenta propia, señala Alicia Coduras, profesora del Instituto de Empresa y directora del GEM en España.
"En España todavía no nos creemos que ser un emprendedor sea realmente una opción como carrera profesional", señala Coduras; "si seguimos manteniendo esa actitud y no nos arriesgamos, si no fomentamos el espíritu emprendedor, será muy difícil que los jóvenes se lancen".
Los datos preliminares del GEM, que se publicará en abril, indican que la actividad emprendedora disminuyó en España un 24% en 2004 con respecto al año anterior. Los expertos coinciden en sus valoraciones: España carece de cultura emprendedora. "Hemos sufrido una especie de retroceso, hubo una clase empresarial notable pero se ha perdido", dice Coduras.
El panorama actual para la creación de empresas es bueno, no faltan oportunidades ni apoyo de la Administración, opina Juan Roure, profesor de la escuela de negocios IESE, pero "existe un déficit de aceptación social del empresario, que en cambio está mucho mejor visto en otros países", en algunos donde incluso "montar una empresa es un deporte nacional", apunta Coduras.
Esta situación es clave en la orientación de la investigación. "La I+D en España está muy orientada a la investigación, y la universidad está muy lejos de la empresa", opina Thibaud Durand, socio fundador del Grupo Najeti, desde el que impulsa una sociedad de capital riesgo que en los últimos tres años ha invertido en una decena de proyectos de emprendedores españoles, la mitad de ellos biotecnológicos, un sector "con potencial en España, pero con poca experiencia para transferir a la empresa la tecnología".
Una reciente encuesta del Eurobarómetro ponía en evidencia el escaso interés de los españoles por montar una empresa. El 70% de los españoles consultados no había considerado nunca montar una empresa, mientras que la media para los 15 países que formaban la Unión Europea antes de la última ampliación era del 59%. La encuesta mostraba que España era el país con menos actividad emprendedora.
Aunque lo importante a la hora de emprender es sin duda la oportunidad, opina Roure. Y esto es lo que aprovechó María del Pino cuando en 1999 montó su empresa, Unísono, dedicada a la gestión de centros de atención telefónica. Era el momento propicio, cuando el sector se estaba formando. Lo que arrancó como una aventura con 40 empleados se ha convertido en una empresa de más de 3.200 trabajadores repartidos en seis centros, ejemplo paradigmático de una empresa con alto potencial de crecimiento. Emprender tiene sus satisfacciones, pero también conlleva una pesada carga, reconoce Del Pino.
El cambio en la situación actual exige reformas educativas. "La gente no está sensibilizada de que ser empresario puede ser una opción profesional más", señala Roure, "y no sólo para aquellos que estudien económicas o empresariales". Del Pino, que estudió matemáticas, no tuvo clara su intención de montar una empresa hasta que encontró la oportunidad para ello. "Falla completamente la educación en los colegios, institutos...", apunta Alicia Coduras.
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