Alcalá cierra el campus al tráfico nocturno para evitar actos vandálicos

La Universidad de Alcalá ha decidido cerrar al tráfico rodado, todas las noches de la semana, el área académica del campus para evitar los continuos actos vandálicos a los que están sometidos los edificios universitarios, los invernaderos, el jardín botánico y las zonas verdes. El cierre -mediante un sistema de bolardos y puertas en las vías centrales de acceso- se hará efectivo el próximo día 21, según anunció ayer el vicerrector, Antonio Gómez Sal. Los accesos al hospital Príncipe de Asturias y a las residencias universitarias seguirán siendo libres.

Gómez señaló que la universidad pretende "evitar los destrozos y los actos de vandalismo que afectan al campus". "No podemos pagar a todos los guardias de seguridad que serían necesarios para vigilar las instalaciones", precisó. Los bolardos se van a instalar en las vías de acceso al campus, pero se complementarán con puertas en determinados puntos, como la vía perpendicular a la N-II, donde, según el vicerrector, "en los últimos meses se están haciendo hasta carreras de coches". Además, se pondrá especial atención en el jardín botánico, que, según Gómez, sufre el expolio continuado de plantas exóticas, posiblemente para revenderlas en el mercado negro.

El campus de la Universidad de Alcalá se extiende sobre una superficie de 370 hectáreas, 60 de ellas dedicadas a zona académica y al jardín botánico. Una extensión "muy difícil de controlar si no se aplican medidas como las que se van a poner en marcha", insistió el vicerrector. El cierre al tráfico se extenderá de 22.30 a 7.30 de lunes a viernes, y de 19.30 a 7.30 los fines de semana, cuando los jardines del campus suelen ser utilizados para hacer botellón. Además, la seguridad se está complementando con la instalación de cámaras de vídeo en todos los centros universitarios y la informatización de los accesos, de modo que el personal autorizado podrá entrar en los edificios mediante la utilización de una tarjeta electrónica.

La Universidad de Alcalá gastó el año pasado más de 300.000 euros en la reparación de los daños causados por actos vandálicos en el campus, una cifra próxima a la inversión que ha sido necesaria para establecer el sistema de control de accesos.