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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Los sospechosos habituales

En Francia, hablar de novela negra es hablar de la Série Noire, la mítica colección de la editorial Gallimard creada en 1945 por Marcel Duhamel para importar el realismo duro y la crítica social de la novela negra norteamericana. Duhamel admiraba, entre otros, a los autores Hammett, Chandler, McCoy y Himes, a los que hizo traducir para su colección, y contó desde un principio con la colaboración de intelectuales y artistas; por ejemplo, Jacques Prévert, que fue quien dio nombre a la Série Noire, y Pablo Picasso, que realizó un dibujo para la primera portada que fue descartado finalmente para dar paso a otro firmado por... la mujer de Duhamel. En fin, un posible caso de tráfico de influencias digno de una novela negra. La cuestión es que Duhamel se dio cuenta de la fuerza de este género, hasta el punto de escribir: "Que el lector no iniciado no se confíe: es peligroso dar a cualquiera los volúmenes de la Série Noire". Lo que el hombre quería decir es que esta novela puede ser violenta, subversiva e incluso literaria, tal como corroboraron hace unos días en el Instituto Francés de Barcelona dos autores de ahora mismo: Daniel Pennac y Tonino Benacquista.

Hablar de novela negra en Francia es hablar de la 'Série Noire', la mítica colección de Gallimard creada en 1945 por Marcel Duhamel

Tanto Pennac (Casablanca, 1944) como Benacquista (Choisy le Roi, 1961) han protagonizado una curiosa evolución literaria: ambos empezaron publicando en la Série Noire, pero el éxito les ha llevado a la Série Blanche, la colección literaria de Gallimard. Con su más que probado sentido del humor, Pennac lo ve así: "La verdad es que hay 36.000 respuestas posibles a este cambio de colección, pero la mía es que la Série Noire es una especie de gueto, ignorado sistemáticamente por los críticos, en el que la editorial se dirige a un público muy concreto, formado exactamente por 12.834 lectores potenciales. Cuando, por lo que sea, superas esta cifra, te trasladan a la Série Blanche, que es una colección más prestigiosa, no dirigida a ningún público concreto. El misterio es cómo llegas a altas cifras de venta a pesar de los críticos. Yo sostengo que los intelectuales leen novela negra a escondidas, lo comentan con sus esposas, que a su vez se lo dicen a sus amigas, y así es como conseguimos llegar al lector, ya que en Francia el 80% de los lectores son mujeres".

Confiesa Pennac que él llegó tarde al género negro. La iluminación le vino estando en Brasil. Allí encontró un ejemplar de la Série Noire, lo leyó y le pareció apasionante. Se lo comentó por carta a un amigo, que le acusó de ignorante y le envió 15 novelas de la colección. "Me gustó en seguida porque allí había una escritura diferente, metafórica en el caso de los autores Chandler, Himes y Charyn, capaces de una gran eficacia narrativa", cuenta. "Después el amigo me desafió a que escribiera una y lo hice desafiando todos los estereotipos del género. Descarté un detective solitario y viril y opté por describirlo con hijos y muy familiar. Fue así como nació el personaje de Malaussène, que debutó en la Série Noire y que posteriormente dio el salto a la colección literaria".

Tonino Benacquista, autor de una exitosa serie de novelas publicadas en castellano por Lengua de Trapo, llegó a la Série Noire por un camino muy distinto. "Mi infancia estuvo marcada por las series de la televisión", apunta. "En mi casa no había libros, pero yo quería explicar historias. Un día leí una novela de la Série Noire y me enamoré de la colección. Desde aquel día quise publicar allí, y por eso escribí novela negra. Me cautivó de inmediato su ritmo, su tratamiento de novela realista en la que tiene que pasar algo en las primeras páginas y en la que hay una investigación para descubrir la verdad".

A la hora de buscar un argumento, Benacquista se inspira en su azarosa vida. Por ejemplo, trabajó durante un tiempo como acomodador de coches cama entre París e Italia y de allí nació una novela ambientada en un tren, La madone des sleeping. Cuando se cansó de los trenes, buscó un trabajo más sedentario y se convirtió en vigilante de un museo en París. "Estaba en una galería de arte moderno en la que pasaban unas cuatro personas al día", cuenta. "Era realmente muy aburrido, pero me dejaba tiempo para escribir. Al final, acabé escribiendo una novela sobre arte contemporáneo, Tres cuadrados rojos sobre fondo negro".

Pennac y Benacquista coinciden en que puede hablarse de todo en la novela negra, y Pennac apunta que su amigo ha tenido éxito precisamente porque ha abierto el campo a temas que antes no aparecían en este género. Pues eso, que la novela negra da para mucho y que sus autores le auguran una larga vida. De momento, en el Instituto Francés se seguirá hablando del tema, ya que en el marco del Año del Libro han programado un ciclo sobre películas y novelas negras en el que participarán los sospechosos habituales; es decir, los autores Maud Tabachnik, Didier Daeninckx, Virginie Despentes, Claude Mesplède, Jean François Parot y Patrick Raynal. Este último, por cierto, fue hace unos años director de la Série Noire. O sea, que podría encarnar al estereotipo de personaje de novela negra que tanto le gusta subvertir a Pennac: el del hombre que sabía demasiado. Quizá.

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