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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

California son dos estados de ánimo

J. Ernesto Ayala-Dip

La estructura y el dibujo argumental de California, la nueva novela del escritor gaditano Eduardo Mendicutti (Sanlúcar de Barrameda, 1948), nos indica que su relato, además de su compromiso moral, acusa una forma literaria que se muestra perfectamente adecuada para decirnos lo que se quiere decir. La novela se divide en tres secciones, cada una de las cuales ficcionaliza tres momentos distintos en la vida de Carlos, su protagonista y narrador.

La primera sección nos muestra a Carlos en California en 1974. Son años de juventud, desvarío calculado y entrega a los placeres del espíritu (qué placer de la carne no lo es fundamentalmente del espíritu). Carlos vive en California, mientras en España se asiste a los últimos momentos de la dictadura. La California de Carlos no es tanto la de los movimientos contestatarios como la de los márgenes humanos de la industria cinematográfica del pasado y el presente más cutre y sórdido de la industria de la pornografía. En ese medio se mueve Carlos, con hombres que le enseñarán que en la malicia y en la velocidad del argot hiriente se encuentra el mejor antídoto contra la hipocresía. La segunda sección nos muestra a Carlos, treinta años más tarde, instalado en una empresa norteamericana como alto ejecutivo. Ahora vive una vida más acomodada, más burguesa y más atada a una pareja. En esta nueva vida debe enfrentarse a los problemas y responsabilidades que no quiso o no supo aceptar en su idílica California. Ahora debe enfrentarse al autoprejucio de su condición de homosexual, debe defender públicamente esa condición y hacer que la respeten en los demás. En la tercera sección, brevísima en relación con las anteriores, hallamos a Carlos de nuevo en California, con su conciencia en paz y con la esperanza de no doblegarse ante la soledad. De esta manera Carlos ha cerrado un círculo, ha conciliado la cabeza y el corazón, y todo ello sin renegar de su concepto de la felicidad.

CALIFORNIA

Eduardo Mendicutti

Tusquets. Barcelona, 2005

303 páginas. 17 euros

No le será difícil al lector en

contrar en esta novela dos tonos distintos. El relato del Carlos de California contrastando con el Carlos del Madrid de años después. Se hace mención en la novela a Truman Capote. Capote es la referencia ineludible a la hora de desmontar conciencias muy ufanas de disimular lo indisimulable, además de darle a los sentimientos y a la sinceridad esa materia incómoda y lacerante de los principios heterodoxos. Algo tendrá que ver el autor de Plegarias atendidas en la malicia verbal no sólo de esta novela sino en la de todas las de Mendicutti, pero en California, en su primera sección, no habría que perder de vista esa desolación y tristeza en sordina que desde Nathanael West a Goodis supieron con maestría retratar el Hollywood menos glamuroso. Son impagables esas escenas en donde actores de cuarta categoría se reúnen para aplaudirse sus ínfimos minutos de gloria en el celuloide. En la segunda sección, Mendicutti decide todo el peso de la novela, una novela comprometida, coyuntural, reivindicativa. No tiene California la precisión artística de El ángel descuidado, ni su relieve atemporal, pero gana en fuerza y dimensión ética. En la segunda sección hay una anécdota que encoge el corazón, una pareja gay cuya historia por sí sola habla con rotundidad de la crueldad ilimitada del franquismo.

Eduardo Mendicutti es autor de novelas como 'El palomo cojo'.
Eduardo Mendicutti es autor de novelas como 'El palomo cojo'.EFE

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