_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Estrategia minimalista

Los mismos que halagaron al PP en su primera legislatura, calificando aquellas pequeñas medidas liberalizadoras como "la segunda desamortización", nada menos que tras Mendizábal, describen ahora el Plan de Dinamización de la Economía, presentado por los socialistas, como "la montaña que parió a un ratón". Aquella "desamortización" acabó sustituyendo al sector público empresarial por un sector privado gubernamental. El vicepresidente Solbes ha preferido una estrategia de pintura minimalista a esas grandes arquitecturas faraónicas de cartón piedra del pasado más reciente. Tiempo habrá para saber en qué queda este esfuerzo dinamizador.

En el ámbito económico, Zapatero ganó las elecciones con dos tesis: cambiar un modelo de crecimiento basado en "el ladrillo" por otro cuya espina dorsal sería el aumento de la productividad, talón de Aquiles de la economía española, y segundo, aumentar la libertad de empresas y agentes sociales. Esta última propuesta no ha resistido el contacto con la realidad, después del tosco espectáculo de acoso y derribo al Consejo de Administración del BBVA, que por el momento -además- ha acabado en fracaso. Un ministro ha descrito esta operación afirmando que "no hemos hecho esta larga marcha para actuar lo mismo que Rodrigo Rato".

Los datos de 2004 confirman el pronóstico sobre el modelo: España ha crecido un 2,7% de su PIB, por encima del 2% de la zona euro. Y lo ha hecho apoyándose en el aumento de la demanda interna (un 4,4%, centrado en el consumo interno y en el auge de la construcción), pero con un profundo deterioro del comercio exterior: el déficit comercial es el 7,6% del PIB, más de un 30% superior al de 2003; ello supuso detraer 1,7 puntos de crecimiento al PIB. De ello se deduce una falta de competitividad, que en buena parte tiene que ver con el diferencial de inflación con los países de nuestro entorno.

El vicepresidente Solbes lo dijo al presentar el Plan Dinamizador: la economía española ha superado a EE UU y a la UE en crecimiento del PIB y en aumento del empleo desde el año 1998, pero tiene un lunar peligroso, la productividad: entre 1998 y 2004, el PIB por habitante ha crecido un 16% en EE UU, un 5,4% en la zona euro y tan sólo un 3,9% en España.

Hace unos días, el FMI hacía público el tradicional informe anual sobre España; en él se señalaba, básicamente, que la economía va bien, pero que existen riesgos: el espectacular boom inmobiliario (la vivienda lleva creciendo por encima de los dos dígitos en los últimos seis años), el endeudamiento de las familias (aprovechando el ciclo de tipos de interés bajos) y una inflación alta en relación con nuestro entorno. El FMI proponía medidas para frenar la burbuja inmobiliaria, así como las tradicionales reformas en las pensiones, el mercado de trabajo y en la distribución comercial.

Pues bien, por una u otra circunstancias (pensiones y mercado de trabajo se discuten en mesas de negociación ad hoc), las recomendaciones del FMI no forman parte del cajón de sastre del Plan Dinamizador, que será explicado mañana en toda su extensión y en su calendario, por lo que un análisis en profundidad queda en suspenso hasta conocer su contenido global. Como la evolución económica ha sido buena -España ha crecido en 2004 más que en los dos años anteriores- no hay en él medidas de choque, sino una expresión transversal de trabajo cuyos resultados se conocerán en el medio y largo plazo. Elaborado por la factoría de la Unidad para el Impulso de la Productividad (formada por los secretarios de Estado de Hacienda y Economía, y el director de la Oficina Económica del presidente de Gobierno), en él se incorporan planes sobre los sectores energético, financiero, transporte o notarios, etcétera, así como sobre la vivienda en alquiler. Son medidas más micro que macroeconómicas. La pregunta es si serán suficientes para transformar el modelo de crecimiento o, como ha declarado ya la oposición, serán "virtuales, tardías, ineficaces y sin talante negociador".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_