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Fischer admite sus errores en la política alemana de visados

El ministro de Asuntos Exteriores y líder de Los Verdes alemanes, Joschka Fischer, reconoció ayer ante el congreso regional del partido ecopacifista en Colonia haber cometido errores personales en la política de visados de su departamento. Desde hace semanas crece en Alemania el escándalo de los visados concedidos en los consulados del este de Europa. Por la política de liberalidad ordenada desde Berlín se facilitó la entrada como turistas en Alemania, y en los países del acuerdo de Schengen, de personas involucradas en manejos criminales y tráfico de seres humanos.

Fischer confesó ayer su responsabilidad personal en el caso. Esta vez el ministro no trató de echar la culpa a funcionarios de su ministerio, como hizo días atrás. La jefa de la oposición democristiana (CDU), Angela Merkel, pidió ayer la dimisión de Fischer por los daños causados a Alemania. El canciller federal alemán, el socialdemócrata Gerhard Schröder (SPD), salió en defensa de su socio de coalición y aseguró: "El ministro de Exteriores seguirá en el cargo".

Tras semanas de silencio y política del avestruz y de una autocrítica vergonzante en la que asumió su responsabilidad política de los errores de sus subordinados, a Fischer no le quedaba otra que dar la cara y confesar sus pecados. De lo contrario, el popular líder de Los Verdes podría continuar la caída en picado en su popularidad y poner en peligro los resultados electorales del próximo 22 de mayo en Renania del Norte-Westfalia, el Estado federado más poblado de Alemania, con 18 millones de habitantes.

Autocrítica

Reconoció Fischer dos errores que pueden considerarse garrafales. Primero: "Durante mi tiempo de ministro, en marzo de 1999 se aplicaron dos decretos que convirtieron el instrumento del seguro de viaje [exigido para otorgar visados] que se prestaba al abuso en algo todavía más susceptible de abusos". Segundo: "Entre los años 2000 a 2002 no actué como ministro responsable con la debida celeridad, decisión y amplitud". A continuación siguió Fischer con su autocrítica: "Ésos son mis errores, ésa es mi responsabilidad y no echo la culpa al Gobierno anterior, ni a colegas de Gabinete, ni a los funcionarios en Kiev y otras representaciones diplomáticas, ni en la central. Yo tengo que responder a esto y no se trata de errores del Partido Verde".

Con su confesión trata Fischer de convertirse en pararrayos y evitar un castigo a Los Verdes en las elecciones de Renania-Westfalia. Por primera vez en tres años, Fischer ha dejado el puesto de cabeza en la escala de los políticos más populares. Además, según la demoscopia, la coalición SPD-Los Verdes ha bajado en la intención de voto y de nuevo la oposición, democristianos (CDU/CSU) y liberales (FDP), ganarían las elecciones generales. Claro, que falta mucho y tiene que correr mucha agua por el Rin hasta 2006, e incluso hasta el 22 de mayo, y la volatilidad del electorado alemán sólo es comparable a la de la Bolsa de valores de Francfort.

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