"Ya está bueno de exilio, balseros y tiburones cebados"
Desde su isla en la Ciudad de México, en la cual recibe el sol de la tarde pero no alcanza a ver el mar, el escritor cubano Eliseo Alberto cuenta que su libro Dos cubalibres es una obra un poco loca, una botella lanzada por un náufrago para ver si hay alguien que la encuentre y se interese por saber que en Cuba existe un pueblo generoso, solidario, gente muy valiosa, célebre o no.
Con un cubalibre en la mano y un cigarro en la boca, rememora que sus amigos -que han leído el libro, que todavía no está en las librerías mexicanas- le dicen que parece, o que es, la continuación de Informe contra mí mismo.
"En honor a la verdad, no es así, no es una continuación de Informe, pero tampoco me desagrada que así se lea. De alguna manera el manantial de los dos libros es el mismo, mi insoportable amor por Cuba, por los cubanos y por mi familia".
"Es como un libro escrito en el muro del Malecón, viendo de un lado pasar la vida y del otro pasar los barcos"
El conversador incansable estruja y acaricia los recuerdos, los mezcla con la actualidad, una fórmula que parece amalgamar a los personajes que desfilan por su nueva obra en el mercado. Y a una pregunta responde para sí con otra "¿Cómo navegamos en Dos cubalibres?". Y dice que en sus páginas trata de poner en claro algo que se olvida con mucha frecuencia, "la condición insular de la isla (de Cuba). Todos los cubanos somos náufragos, y como todos los isleños, pasamos la vida mirando hacia el horizonte porque por allí entra y sale todo, como un barco encallado en medio del golfo de México".
De eso trata la obra de Eliseo Alberto, de la tentación de desamparo, de olvido que comparte la gente de Cuba, "como si nos hubieran olvidado allá, por eso gritamos tanto y hacemos tanta bulla". Entre las líneas aparecen remembranzas de encuentros con José Lezama Lima, Gabriel García Márquez, imágenes del Che Guevara y Camilo Cienfuegos, jóvenes y revolucionarios toda su vida, lo mismo que de Fidel Castro, el líder que se olvidó de lo mejor que hizo la revolución cubana, "la gente de mi generación y las generaciones que le siguieron".
Sin mucho pensarlo, pone en
primer plano su inagotable relación con Cuba: "Mis libros, todos, pero en especial Dos cubalibres, transcurren desde esa situación, es como un libro escrito en el muro del Malecón, viendo de un lado pasar la vida y viendo del otro pasar los barcos".
En él se cuentan historias de cubanos, de "una isla habitada por otros muchos náufragos, y un náufrago es un soñador, es un náufrago, es un lanzador, que es mi libro, un lanzador de mensajes en una botella, a ver quién la recibe. Mi libro es eso, un libro en una botella, es un mensaje, a ver quién lo encuentra y a quién le interesa saber de una isla perdida en medio del Caribe, entre huracanes e imperialismo americano, barcos de guerra, talibanes, porque ahora tenemos un vertedero de talibanes en Guantánamo".
En Dos cubalibres, sus personajes de carne y hueso, lleno de historias propias, se cuenta la de una "isla atolondrada por tantas causales políticas, geográficas, naturales, históricas, en la que vive gente que vale la pena conocer, gente alegre, optimista, talentosa, risueña, triste, gente de oro. En esa isla, que parecería condenada a ser una Atlántida y desaparecer de pronto en medio de una tormenta, ojalá que no sea en medio una tormenta militar".
La historia del exilio como parte de un naufragio aparece en el recuento de Eliseo Alberto. "Eso es mi libro, un mensaje en una botella, señales de humo, todo eso que hacen los náufragos, señales de humo. Y también todo lo que hacen los náufragos, divertirse en la playa y hacer el amor bajo la luna, andar en cueros, como todos los cubanos, que andamos en cueros, en cueros de vestido y en cueros de sentimiento. Somos un pueblo súper solidario, bonito cariñoso, vago, perezoso, sensual, pero también profundo, eso es lo que yo quiero, ésa es la Cuba que yo quiero, ésa es la Cuba libre, una Cuba sin dogmas, sin presos políticos, una Cuba que no se tome muy en serio ni se crea el ombligo de la historia ni del mundo. La patria suave, la suave patria, como dicen los mexicanos. Ya está bueno de guerra y de revoluciones, de bloqueos y de marchar, de movilizaciones militares y amenazas y libretas, de exilio y balseros y tiburones cebados, ya está bueno".
Dos cubalibres se parte en dos, una es "cien pájaros volando, por aquello del refrán de 'más vale pajarote en mano que cien volando', yo pienso que es justamente al revés, el lema de mi vida, si uno fuera debería ser, 'más vale cien pájaros volando que uno en mano". Es en ese apartado donde se da el trabajo más político, muy centrado en el tema de Cuba, "también me hago algunas licencias, argumentos de películas que yo voy ensamblando entre los textos", porque no se trata de una recopilación de artículos o textos, porque el escritor realizó una tarea de rearmar sus trabajos y "en Dos cubalibres y después de tantos años en México abro un poquito el diapasón y ataco otros temas no cubanos".
Este ejercicio se da en retratos hablados, como los que hace la policía, se trata de "retratos hablados de amigos, todos a favor, una especie de galería también de pájaros volando, de gente extraordinaria que yo he conocido, célebres o no, no voy por la celebridad de los personajes, unos son muy célebres como Gabriel García Márquez, José Lezama Lima, un señor de barba que se llama Fidel Castro, Raúl Rivero, el poeta preso, poeta cubano condenado, es una defensa a Raúl Rivero el libro todo".
Los puntos de referencia son los mismos, por eso reitera que "los retratos hablados son eso, gente que la vida me ha puesto en mi camino con mucha generosidad, que forma de alguna manera mi Olimpo, porque para mí la amistad es una religión y mis amigos son los dioses".
Pero, "confieso, no sin tristeza, que cada día pienso menos en Cuba, cada día los problemas mexicanos me ganan más... Está bien que así sea porque también soy mexicano desde el año 2000. El lío va a ser cuando muera, porque como fantasma me la pasaré volando de la isla a México, voy a ser un fantasma en medio del golfo de México". Por ello en alguna página "comento algo que me sucedió hace poco, que tuve que cantar en un acto el himno nacional de México, la primera cuarteta, y la dije así: 'Mexicanos al grito de guerra / Mexicanos al grito de guerra / Que la patria los contempla orgullosos / No temáis una muerte orgullosa / Al sonoro rugir del cañón'. Los versos uno y cuatro del himno mexicano y dos y tres del himno cubano".
Por eso, ]]>Dos cubalibres]]> es "un
libro también de mi profundísima gratitud a México, a su pueblo, a sus gobiernos, que me van tocando varios desde que estoy aquí. El Gobierno de México ha sido con los cubanos exiliados de gran generosidad, independientemente de que haya habido casos complicados, también hay cubanos con mala cabeza que merecen un coscorrón".
Va llegando gente a su casa en un barrio del sur de la ciudad, al rincón cubano que forma su mundo personal, y Eliseo Alberto recuerda que le gusta la portada del libro, llena de rones y coca-colas, de un ambiente cubano, así como que el libro tiene un hilo conductor: "Una conversación con un periodista del que nunca se dice su nombre. También tiene una parte de ficción, que comienza más o menos así: 'En el bar El Porvenir, antes llamado La Historia, todos los bebedores saben cómo se prepara una cubalibre, con dos productos emblemáticos, uno de Cuba y otro de Estados Unidos. Si se te va la mano con el ron, con el nacionalismo, la bebida es una mierda. Si se te pasa de Coca, de la dependencia, es igual".
Por ello, al final el escritor propone: "Que la Cubalibre sea refrescante, ponerle mucho hielo para emparejar si se pasa la cantidad de cualquiera de los dos. Que sea una Cubalibre amable y se pueda compartir", porque, asegura, "en el bar El Porvenir, antes llamado La Historia, hace un calor del infierno". Analogías como ésta son abordadas por Eliseo Alberto en un "libro loco, que tiene de todo, hasta cuentos y un argumento de cine. No es un clásico ensayo de recopilación de artículos".
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