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El pesquero naufragado es remolcado a la costa sin rastro de los 8 desaparecidos

"No hay nada más que decir. Sólo hay que llorar". Ésa fue la cruda sentencia del presidente de la Xunta de Galicia, Manuel Fraga, tras visitar a los familiares de la tripulación del pesquero Siempre Casina en el puerto de Burela (Lugo), donde una sensación de fatalidad avanzaba ayer con el paso de las horas. El buque, que zozobró el martes a unas 20 millas de la costa, era remolcado hacia tierra sin que se haya encontrado rastro de los ocho marineros desaparecidos. Salvamento Marítimo decidió trasladar el barco a una zona próxima al litoral donde los submarinistas puedan inspeccionar su interior en busca de los tripulantes.

El remolcador Alonso de Chaves logró enganchar, pasadas las tres de la tarde, el casco del buque, que naufragó en una zona con 150 metros de profundidad, condiciones imposibles para los buceadores. Previamente, fue necesario cortar el largo aparejo de pesca y adherir varias boyas al casco para evitar que se hundiese durante la maniobra de remolque, que se desarrolla con enorme cautela y a una velocidad de apenas dos kilómetros por hora. Según anunció la ministra de Agricultura y Pesca, Elena Espinosa, el Alonso de Chaves fondeará a mediodía de hoy en alguna zona cercana al litoral, con una profundidad que no supere los 20 metros, para que los buceadores puedan inspeccionar los camarotes. Allí se supone que podrían encontrarse los cuerpos de siete de los tripulantes del buque, un gallego, tres peruanos, dos senegaleses y un caboverdiano, que se encontraban durmiendo en el momento del naufragio.

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El octavo desaparecido es el patrón, Gerardo Taboada Pardo, que fue engullido por el mar pese a los intentos por salvarle de su hijo, el único superviviente. Éste fue dado de alta ayer, tras permanecer 24 horas hospitalizado, aunque sigue presentando un cuadro de "choque postraumático con estrés psíquico que fue mejorando en las últimas horas", según informó el centro sanitario. Gerardo Taboada Fernández, de 24 años, asistió con impotencia al hundimiento de su padre. Ambos se encontraban en el puente del barco y tuvieron tiempo de arrojarse por la borda. El joven, según señalaron fuentes próximas a las operaciones de rescate, llegó a coger a su padre de la mano en dos ocasiones, pero el mar se lo arrebató, según relató a su abuelo. El chico logró alcanzar un bote y fue encontrado por un pesquero en tal estado de nervios que, pese a sufrir una hipotermia, se negó a subir a un helicóptero para su traslado a tierra. Los médicos han pedido que no se le interrogue aún sobre los detalles del naufragio, cuyas causas son todavía un misterio.

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