_
_
_
_
Reportaje:UNIVERSIDAD

Aniversario de una UPV inacabada

La Universidad cumple 25 años de un desarrollo paralelo al de una sociedad con la que no ha logrado aún la relación deseada

Comunicado con el exterior, pero de manera deficiente, dotado de algunos centros impolutos y otros muy deteriorados, con reformas sempiternas, sin vida fuera de las aulas y a merced de los vientos cambiantes. La descripción del campus de Leioa, la mayor infraestructura educativa de Euskadi, podría servir para definir en buena medida los primeros 25 años de vida de la Universidad del País Vasco (UPV) a la que pertenece.

Pese a que el tiempo transcurrido apenas supone una pequeña etapa dentro de una institución como la universitaria, en la que las referencias se toman en siglos y no en años, no han sido pocos los cambios, los avances y, también, las cuestiones pendientes que se han generado.

No han faltado roces en las relaciones de los distintos equipos rectorales de la UPV con el Gobierno
Más información
El árbol de Chillida

En todos ellos, la propia evolución de la sociedad vasca ha sido, para bien y para mal, determinante. El historiador Santiago de Pablo, que prepara un libro sobre lo ocurrido en la UPV desde su nacimiento el 25 de febrero de 1980, destaca como un rasgo ineludible el hecho de que su desarrollo se ha producido de forma paralela al de la comunidad autónoma vasca.

Sin embargo, también se ha vivido cierto ensimismamiento y una dificultad constante desde su propia puesta en marcha para imbricarse en el entorno, lo que ha impedido a la universidad pública calar como desearía y le correspondería en la sociedad de la que se surte y a la que sirve.

Así lo cree el catedrático de Sociología, ex vicerrector y ex viceconsejero de Universidades Ander Gurrutxaga, que sitúa también parte de la responsabilidad en el campo de las diferentes instituciones y organizaciones públicas y privadas vascas. "Creo que todavía es patente una falta de penetración en la sociedad. Me da la impresión de que en ella no ha terminado de cuajar un sentido profundo de lo que supone poseer una universidad", apunta.

Esta falta de asunción del potencial y de la realidad de una universidad pública como la UPV se materializa en que, 25 años después de su creación, la penuria económica y la ausencia de un sistema de financiación estable se mantienen a la orden del día como dos de sus principales carencias. "Pese a que la retórica pública insiste en que la UPV es un instrumento básico para la construcción en Euskadi de una sociedad avanzada y del conocimiento, sigue maltratada desde un punto de vista financiero. Me da la impresión de que la sociedad política no tiene idea de qué quiere de la universidad y no sale de esa retórica pública", se lamenta Gurrutxaga.

De hecho, en estas dos décadas y media no han faltado roces y altibajos en las relaciones de los distintos equipos rectorales de la UPV con el Gobierno vasco, el agente del que proviene en la actualidad el 80% de su presupuesto.

En ello ha podido influir la inexistencia de una tradición universitaria sobre la que sustentarse. El catedrático de Química, ex vicerrector y ex decano de la Facultad de Ciencias Leo Lorente, que comenzó su carrera académica en 1972 en la entonces Universidad de Bilbao -de la que surgiría el Distrito Universitario Vasco y, al fin, la UPV-, recuerda cómo su centro arrancó de la nada. "Nuestra facultad se crea sin que en el País Vasco hubiera una base científica y académica anterior dentro de nuestro campo. De hecho, muchos profesores vinieron de otras comunidades, algunos recién acabada la carrera, y se encontraban con que no había grupos de investigación, ni directores de tesis, ni aparatos para investigar", rememora.

Estas dificultades se plasmaron también en los problemas que se vivieron en los primeros años de la UPV para su constitución jurídica y normativa. De hecho, los primeros estatutos de la universidad -documento básico que recoge los principios y líneas básicas de regulación del funcionamiento de la institución- se aprobaron cinco años después de la creación de la propia universidad.

Tampoco la enconada situación política, con el terrorismo como principal amenaza, ha facilitado el desarrollo de una vida académica normalizada en la universidad pública, aunque la intensidad de sus efectos, en opinión de Santiago de Pablo, cuya vida académica ha evolucionado de forma paralela a la de la propia universidad de la que es profesor, ha sido menor de lo que se podría pensar. "A veces ha podido dar la impresión de que estaba más afectada de lo que sucedía en realidad porque la UPV es una caja de resonancia especial en la que, en ocasiones, se ha dejado demasiado campo de actuación a los sectores más radicales, que han aparecido sobrerrepresentados, por ejemplo, en el alumnado", explica.

La obligación de responder con rapidez a la universalización de la educación superior, plasmada en la masificación de las aulas en los años 90, ha condicionado asimismo el crecimiento de una universidad en la que, en no pocos aspectos, ha primado más la cantidad que la calidad.

En este proceso una de las grandes afectadas ha sido la vida universitaria, una de sus asignaturas pendientes. Bien es cierto que su estructura -tres campus en tres provincias, el más importante de ellos aislado de núcleos urbanos, a los que buena parte de los estudiantes acude diariamente desde otras poblaciones- no la favorece, pero, en palabras de De Pablo, "hace falta un poco más de esfuerzo".

Éste sí que se ha realizado, y con frutos a la vista, en el aumento y la mejora de la oferta docente de estudios en euskera y en su promoción dentro del área de la investigación, todo ello con un amplio consenso, uno de los logros más destacados, por inusual, en una universidad que, a pesar de sus 25 años, todavía está por asentar.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_