Los socialistas obtienen la mayoría absoluta en las legislativas de Portugal
José Sócrates será el nuevo primer ministro al haber logrado más del 45% de los votos
No tendrá el carisma de Mario Soares ni el prestigio internacional de António Vitorino ni la experiencia de António Guterres. Pero el ingeniero José Sócrates, de 47 años, logró ayer lo que ningún socialista había conseguido antes en Portugal: la mayoría absoluta. Los ciudadanos confiaron a la izquierda la resolución de la crisis económica y penalizaron al gobernante Partido Social Demócrata (PSD), de centro-derecha, con una derrota también histórica. Con el 99% de los votos escrutados, los socialistas alcanzaban el 45,04% de los sufragios (120 escaños), y el PSD se quedaba en el 28,75% (72), el peor resultado desde 1983.
Toda la derecha, también el PP, socio menor del PSD, sufre un importante revés
A falta de distribuir los últimos cuatro escaños (los pertenecientes al voto en el extranjero que se conocerá en unos días), los socialistas tenían asegurados un mínimo de 120 escaños cuando la mayoría absoluta está en 116 (en un parlamento de 230). Pero en la sede de la noche electoral socialista la euforia seguía contenida y acabó explotando en la calle, donde centenares de militantes celebraban con entusiasmo desbocado el triunfo.
Sócrates aguardó a que hubieran hablado todos los demás líderes y retrasó su comparecencia hasta las 23.45 (0.45 en la España peninsular). Entró junto a las notas del solemne himno de los socialistas portugueses sin que la emoción le hiciera mella. Ni en un momento tan histórico se salió del guión y continuó enfundado en su papel de aplicado dirigente: leyó un discurso de 15 minutos, respondió a algunas preguntas de la prensa y varias veces hizo callar a los correligionarios que lo aclamaban.
"Estas elecciones restauran la confianza en Portugal, en la economía y en las instituciones; vencen al pesimismo", afirmó. Y añadió: "Los nuevos tiempos son de esperanza". El futuro primer ministro se comprometió a gobernar para todos, a modernizar el país y colocarlo en la senda del desarrollo. "¡No fallaremos!", concluyó.
La votación de ayer supuso un terremoto electoral: nunca antes la grieta entre socialistas y PSD había sido tan favorable a los primeros. Y hace sólo tres años que el partido había alcanzado el Gobierno con el 40% de los votos, con casi tres puntos de ventaja.
Las urnas rechazaron con estrépito la apuesta neoliberal de José Manuel Durão Barroso y de Pedro Santana Lopes, quien reemplazó al primero cuando el pasado julio fue llamado a Bruselas. Es toda la izquierda la que sube: la comunista CDU llega al 7,57% y un mínimo de 14 diputados y el Bloque de Izquierda más que dobla su apoyo y se sitúa en el 6,38% y ocho escaños. Y toda la derecha retrocede: también el Partido Popular, socio menor del PSD, que se quedó en el 7,27% y sólo 12 diputados y cuyo presidente, Paulo Portas, ministro de Defensa, dimitía anoche.
El éxito de Sócrates se cimentó en un aumento moderado de la participación, que se situó en el 65%, tres puntos más por encima que en el año 2002. Según el politólogo Pedro Magalhaes, los votantes que solían abstenerse acudieron a las urnas alarmados por la actitud errática, cuando no extravagante, de Santana Lopes. Según este analista, pesó más la aversión al candidato de centroderecha que la falta de carisma del candidato socialista, quien llegó a la secretaría general de su partido hace apenas cuatro meses.
El populismo de Santana Lopes quizá agravó la situación del PSD, pero no parece que sea el único responsable de su caída: ya en las elecciones europeas del pasado junio, con Barroso todavía instalado en San Bento (sede del Gobierno), los socialistas superaron por 11 puntos a la coalición de derecha gobernante, pese a que PSD y PP se presentaron entonces en coalición. Ayer Barroso votó discretamente -hora y media antes de la prevista- y se marchó a toda prisa hacia Londres, donde tenía concertada una reunión.
Las reformas de Barroso-Santana fueron débiles y no lograron los resultados cacareados: desde 2002, Portugal ha perdido 150.000 puestos de trabajo, el déficit público sigue descontrolado, la maquinaria burocrática del Estado no ha adelgazado. Y los indicadores se han alejado todavía más de Europa: ahora es el país con la renta per cápita más baja de la zona euro.
En las elecciones de ayer no sólo Santana Lopes estaba en el punto de mira. También se jugaba mucho el presidente, Jorge Sampaio, cuyo mandato finaliza el año que viene. El centroderecha le responsabiliza de la crisis por anticipar las elecciones -estaban previstas para 2006- pese a contar el Ejecutivo con mayoría sólida en la Asamblea de la República. Pero los portugueses le dieron ayer la razón.
El desliz de Mario Soares
El ex presidente de la República Portuguesa, Mario Soares protagonizó ayer el mayor incidente de la jornada electoral al hablar a los periodistas sobre su confianza en "una mayoría absoluta del Partido Socialista" minutos después de votar y a pocos metros de una mesa de voto. La ley portuguesa prohíbe comentarios sobre fuerzas políticas y tendencias de voto a menos de 500 metros de las urnas.
La Comisión Nacional de Elecciones acabó por pedir a los medios de comunicación que no difundiesen las declaraciones del ex presidente y anunció la posibilidad de presentar una queja a la fiscalía contra quien es conocido como el monarca luso.
La jornada electoral fue también marcada por la muerte del diputado Manuel Alves de Oliveira, del conservador Partido Socialdemócrata, debido a un infarto. Oliveira, de 47 años, formaba parte de las listas de su partido, ocupando el tercer lugar de las listas de Aveiro (al sur de Oporto), un lugar elegible.
Por fin, hubo también dos pequeños boicoteos a las elecciones, en dos pueblos del norte del país.
Los 1.188 electores de Soito no votaron para protestar por la falta de un médico en el pueblo, mientras los 255 electores de Germil no acudieron a las urnas para protestar contra la prohibición de la instalación de parques eólicos en las cercanías de la localidad.
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