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LA CRISIS DEL CARMEL Y SUS EFECTOS

Grietas en un edificio de la calle de Rosselló junto a la línea de metro

Un informe encargado a la UPC por el metro reconoce que la causa es el paso de los trenes

Un edificio situado en la calle de Rosselló entre el paseo de Gràcia y Pau Claris tiene también grietas a causa de las vibraciones provocadas por el paso del metro de la línea 5. El hecho es bien conocido por Transportes Metropolitanos de Barcelona, que encargó en su día un informe a la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC). El estudio tiene fecha 4 de mayo, pero las soluciones que se han aplicado ni siquiera han sido paños calientes. Los vecinos, más de 40 familias, recibieron hace unos días del secretario de Movilidad, Manel Nadal, garantías de que se resolverá su problema. En cambio, los representantes del metro, afirman, les han tratado siempre con un notable desprecio, más allá de la mala educación. La empresa lo niega.

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El informe de la UPC señala que el ruido medido en la finca coincidiendo con el paso de los convoyes alcanza los 85 decibelios. El máximo permitido por la ley, según el propio estudio, es de entre 70 y 80 decibelios. La escala de los decibelios es logarítimica con la intensidad. Esto hace que un incremento de un decibelio no sea sólo una parte más sobre 80, sino que es la intensidad anterior multiplicada por 10, de modo que 81 es 10 veces más 80.

El ruido de fondo, señala también el estudio, que nunca ha sido entregado a los afectados, "en general" no supera los 25 decibelios, pero las mediciones arrojan picos de 35 decibelios coincidiendo con el paso de los trenes, picos que han llegado a 37 decibelios. Además del ruido, que se produce durante 19 horas de las 24, están las vibraciones. En las mediciones "se observa claramente un máximo de 42 hercios", con extremos de 50 hercios.

Los vecinos viven en perpetuo malestar desde hace más de un año. Los responsables del metro atribuyen las vibraciones, además de al paso de los trenes, a algún tipo de cambio en edificios próximos, aunque sin aportar datos al respecto. Los vecinos empezaron por notificar sus problemas al distrito, que les remitió a Transportes Metropolitanos. La escasa respuesta de esta empresa pública, dependiente del Ayuntamiento de Barcelona, les llevó hasta el Síndic de Greuges.

Rafael Ribó les respondió el pasado 9 de agosto que Transportes Metropolitanos se había comprometido a buscar una solución. Hasta hoy. Es cierto, dicen los vecinos, que se han puesto algunos elementos antivibración en las vías, que era la solución más barata de las posibles, pero no es menos cierto que esa solución se ha mostrado también escasamente eficaz. La empresa afirma que se ha comprobado si las ruedas eran redondas y las vías estaban rectas.

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Los técnicos que les han asesorado les han dicho que lo oportuno es construir una plataforma de hormigón bajo las vías y que puede hacerse de modo parcial y progresivo, sin afectar al paso de los trenes, aunque duraría tiempo porque el tramo en el que se registran las vibraciones es de unos 40 metros.

Los vecinos se reunieron hace 10 días con Manel Nadal. Y salieron satisfechos porque éste se comprometió a corregir los problemas. El resultado empezaron a verlo el pasado lunes, cuando dos operarios de la empresa del metro se personaron en el edificio para tomar nuevas medidas. Una vecina se atrevió a preguntarles cuándo resolverían el problema: "Cuando nos dé la gana, señora", dice que le contestaron. La empresa rechaza que un empleado suyo pueda dar una respuesta así.

"Todo lo que en el Departamento de Política Territorial ha sido atención y educación", dice la misma vecina, "ha sido desatención por parte de la empresa del metro". Los vecinos aseguran que el propio consejero de Política Territorial, Joaquim Nadal, les llamó por teléfono para comprometerse en la solución del problema.

Testigos colocados en una grieta en un edificio del barrio barcelonés del Carmel.
Testigos colocados en una grieta en un edificio del barrio barcelonés del Carmel.CARLES RIBAS

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