Llega a Nueva York el 'Quijote' ilustrado por Antonio Saura

El pintor español Antonio Saura recibió, hace casi 20 años, el encargo de ilustrar el libro Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes, para una edición especial de Círculo de Lectores. Fue uno de sus trabajos más celebrados, y desde ayer y hasta el próximo 16 de abril una exquisita selección de 44 de los casi 200 dibujos que realizó para la ocasión se exhiben en el Instituto Cervantes de Nueva York, desde donde viajarán a lo largo del año a otras sedes de la institución con motivo de la conmemoración del IV aniversario de la publicación de la novela.

Bajo el título El Quijote de Antonio Saura, la exposición muestra dibujos en blanco y negro de trazo rápido y con un fuerte contenido irónico que en su mayoría ilustran pasajes concretos del libro, una fórmula que el artista encontró tras el pánico inicial que le provocó el reto de enfrentarse a esta obra de la literatura universal.

"Mi padre siempre recordaba este encargo como un trabajo muy satisfactorio que, sin embargo, al principio le produjo mucho miedo puesto que era un libro que le había impactado mucho de pequeño y que había sido ilustrado anteriormente de forma magistral por artistas como Gustave Doré, a quien mi padre admiraba. Llegó incluso a viajar a través de La Mancha para encontrar inspiración, pero el paisaje tampoco funcionó como catalizador, así que finalmente decidió no ilustrar el Quijote al servicio de la representación naturalista de la historia, sino escoger aquellos pasajes del libro que realmente le impactaron y le produjeron emociones", explicó en Nueva York Marina Saura, actriz e hija del artista fallecido en 1998.

Entre los elementos que sirvieron de inspiración para ilustrar el Quijote a uno de los creadores españoles más celebrados del siglo XX, destacan, según su hija, los extraños artefactos que pueblan todo el libro. "La acción transcurre en un paisaje inmenso, en un horizonte perdido en el cual aparecen elementos que lo distorsionan y que el protagonista no entiende bien: ve molinos pero cree que son gigantes, máquinas que se mueven y ese mundo fracturado en el que la irrupción de un elemento crea un contraste fantástico. Fue algo muy estimulante para sus dibujos", recordó Marina Saura.