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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

El republicano amable

Francesc Valls

La de Irlanda es una historia en la que no falta ningún elemento para una buena tragedia. Hubo dominación colonial, un régimen de seudo-apartheid sazonado con curas católicos trabucaires y pastores protestantes integristas, y sobre todo muertos, muchos muertos. Unas 3.000 personas han perdido la vida en 35 años de guerra sin cuartel entre unionistas protestantes y católicos republicanos. El terrorismo de rosario y el de Biblia han abanderado una tremenda tensión social. Todo ese mundo que parece sacado de algún trágico episodio de Walter Scott todavía existe. Es más, ahora coexiste de forma incruenta gracias al actual proceso de paz que por el lado de los republicanos impulsa y lidera el presidente de Sinn Fein, Gerry Adams. Las razones que avalan la trayectoria de este irlandés católico nacido en 1948 en Belfast han sido recogidas a modo de relato autobiográfico en Memorias políticas. El largo camino hacia la paz en Irlanda, que acaba de publicar Aguilar. Son casi 600 páginas puestas en solfa por este barbudo apóstol de la pacificación, el rostro amable del republicanismo irlandés; el hombre que siempre ha negado pertenecer al IRA, pero que ha llevado a esta organización a un proceso de paz que parece irreversible.

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Adams, con su halo de hombre de diálogo, aterrizó ayer unas horas en Barcelona para presentar su libro. Estaba cansado de las continuas preguntas de los periodistas sobre cómo pacificar el País Vasco o si ve en el abertzale Arnaldo Otegi madera suficiente para que sea su reencarnación en Euskadi. "No he venido a predicar ni a dar consejos", respondía una y otra vez. El líder de Sinn Fein supo hacer guiños a esa Cataluña tripartita que se manifestó contra la guerra y que ha apuntado maneras de hacer propias en su proceso estatutario e incluso en su visión heterodoxa del terrorismo vasco. Una heterodoxia que cuando Adams y el socialdemocráta católico John Hume pusieron en marcha su iniciativa de paz, expresó un aplaudido delegado en el congreso del partido irlandés Fianna Fail: "Todas esas tonterías de no hablar con terroristas... Entre los jefes de gobierno de la Commonwealth hay más terroristas reformados por metro cuadrado que en un congreso de Sinn Fein". Mucha complicidad, pues, sobre ese camino; pero poco que predicar tiene realmente Adams en un país de transversalidad como Cataluña, donde a principios del siglo pasado un sector del independentismo se inspiró en Sinn Fein para poner su nombre en catalán a una de sus fracciones: Nosaltres Sols. Ahora frente a la cohesión de la sociedad catalana aparece como un temible fantasma la fractura de Irlanda del Norte: apenas el 4% de la población escolar católica y protestante comparte aulas. El ecumenismo religioso y político es asignatura no obligatoria y muy minoritaria En Irlanda todo el mundo sigue en sus trincheras. El IRA, con las armas en su poder; los radicales lealistas, también, y las instituciones, suspendidas. La paz es un frágil mástil que se mantiene en pie gracias a la buena voluntad y, sobre todo, a los fondos que la UE entierra en ese golpeado rincón de Europa.

En ese marco, Gerry Adams es un redomado optimista que espera que su partido se convierta también en representación de los trabajadores protestantes. "Hasta ahora los políticos protestantes sólo se han ocupado de agitar la bandera de la Union Jack, pero en materia social son conservadores", asegura el líder norirlandés. Sería una tarea titánica tratar de hacer congeniar nada menos que astillas del mismo palo: trabajadores protestantes y católicos, los sectores en los que más abundan las actitudes radicales, bien republicanas, bien lealistas.

Inasequible al desaliento, Adams asegura inspirarse en el modelo del que fue líder del Congreso Nacional Africano, Nelson Mandela. Su compromiso político nació a fuerza de copiar los movimientos estadounidenses por los derechos civiles. Porque en Irlanda, "aunque es cierto que ha habido tiempos sin guerra, raros han sido los periodos de paz. Y nunca hubo justicia". A pesar de sus años en prisión -desde 1973 hasta 1977 estuvo internado en el campo de prisioneros de Long Kesh-, de juicios sin jurado y sin garantías, de sus evasiones y de su odio cartaginés a los opresores británicos, Gerry Adams se ha convertido ahora en un apóstol del diálogo. No ha tomado jamás una cerveza con el unionista Ian Paisley. Pero tampoco lo hizo con el más moderado antecesor del reverendo, el protestante David Trimble. "Hay que hablar con todo el mundo, hay que dialogar y ponerse en el lugar del otro", reitera una y otra vez.

De que hay que negociar hasta con el diablo ha dado sobradas muestras el líder de Sinn Fein. Climbing Mountains era el nombre en clave de uno de los intermediarios que el Gobierno británico designó en una ocasión para negociar con este hombre del que se asegura que lidera el brazo político del IRA. El nombre -Subir Montañas- es toda una metáfora del trabajo que a lo largo de los últimos años han desarrollado Gerry Adams, el rostro amable de los republicanos irlandeses.

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