Europa a la carta
El Tratado constitucional es menos ambicioso en áreas clave como la política exterior, la seguridad o la protección social debido a los frenos impuestos por Londres. Sin embargo, es el Reino Unido donde existen más posibilidades de que la Constitución sea rechazada en referéndum el año que viene con el consiguiente bloqueo en la construcción europea. Para sortear ambas trabas, Alemania y Francia introdujeron en el Tratado dos apartados esenciales. De un lado, será más fácil formar vanguardias o núcleos de países que quieren avanzar más rápido. De otro, el rechazo de un país a la Constitución no implicará necesariamente que no entre en vigor sino, quizás, que ese Estado se vea obligado a decidir si sigue en la Unión o la abandona.
El Reino Unido es el único país de la Unión en el que los noes al Tratado (un 30%) superan a los síes (20%) en los sondeos difundidos el mes pasado en el Eurobarómetro. Se trata del país menos europeísta y ahora cuenta con nuevos aliados entre los 10 Estados que acaban de llegar a la Unión, celosos de perder una soberanía que han estrenado hace pocos años. Para no ir al ritmo del más lento, el presidente francés, Jacques Chirac, y el canciller alemán, Gerhard Schröder, apuestan por la Europa a distintas velocidades, por la Europa a la carta.
LA SITUACIÓN
Para que entren vigor, los Tratados de la UE deben ser ratificados por todos los países del club. En el caso de la Constitución, 15 tienen previsto hacerlo a través de sus Parlamentos y otros 10 por referéndum, el primero de los cuales se celebrará en España. Si todo va bien, entrará en vigor el 1 de noviembre del próximo año.
De otra parte, el actual Tratado ya permite la creación de vanguardias o núcleos duros de países (se llaman cooperaciones reforzadas) para ir más lejos que los demás en las políticas que pacten, salvo en exteriores y defensa, pero las condiciones son tan rígidas que jamás se ha utilizado ese mecanismo. Iniciativas similares como el espacio Schengen para la desaparición de fronteras (ni el Reino Unido ni Irlanda participan) o la zona euro (tampoco está el Reino Unido ni Suecia ni Dinamarca) se han hecho al margen de los Tratados.
EL PROBLEMA
Si un solo país rechaza la Constitución, ésta no podrá legalmente entrar en vigor. El Reino Unido será uno de los últimos, quizás incluso el último, en celebrar el referéndum. Si antes no ha dicho nadie no, la presión y la expectación serán enormes.
EL DEBATE
Quedó resumido en los comentarios de Chirac y Blair la misma noche de junio pasado en que se aprobó la Constitución. Blair se declaró firme defensor del "Estado-nación" y dijo estar satisfecho de haber frenado las ambiciones europeístas del eje franco-alemán: "Hemos conseguido todo lo que prometimos que íbamos a conseguir: veto en fiscalidad, defensa, seguridad social, política exterior...". A la misma hora, Chirac se refería a la Unión como "una federación de Estados" y reconoció los frenos impuestos por Londres, "pero hemos impuesto al Reino Unido", añadió, "la norma para que podamos actuar más rápido y más lejos que los que necesitan más tiempo".
LA SOLUCIÓN
Las trabas para crear cooperaciones reforzadas, para esa Europa a varias velocidades, han sido ahora rebajadas. El artículo 44 de la Parte I de la Constitución señala que, como "último recurso" en casos de desacuerdo, podrán crearse vanguardias para "impulsar los objetivos de la Unión, proteger sus intereses y reforzar su proceso de integración". Tendrán que aliarse al menos un tercio de los países de la UE, la opción quedará abierta a todos los que deseen sumarse y tendrá que autorizarla el Consejo de Ministros de la Unión. Sólo en los terrenos más sensibles como la política exterior, esa autorización deberá decidirse por unanimidad, es decir, con derecho a veto. El Gobierno español ha anunciado ya su predisposición a sumarse a este tipo de vanguardias.
De otro lado, la declaración número 30 de la Constitución dice textualmente: "Si transcurrido un plazo de dos años desde la firma del Tratado por el que se establece una Constitución para Europa
[el pasado 29 de octubre], las cuatro quintas partes de los Estados miembros
[20 países en la actual UE de 25] lo han ratificado y uno o varios Estados miembros han encontrado dificultades para proceder a dicha ratificación, el Consejo Europeo examinará la cuestión".
LAS INTERPRETACIONES
Más políticas que jurídicas, las disquisiciones sobre esa enigmática última frase son diversas. Para los británicos, habrá que negociar otro Tratado. Son prácticamente los únicos que sostienen esa tesis. Francia, Alemania y España ven otras opciones más plausibles. "Si existe masa crítica suficiente a favor, los que la hayan ratificado querrán seguir adelante", opina Íñigo Méndez de Vigo, uno de los redactores de la declaración. "A los que digan que no habrá que preguntarles si están interesados por el proyecto europeo o prefieren apearse", propone el presidente de la Eurocámara, Josep Borrell.
El francés Etienne de Poncins, mano derecha de Giscard D'Estaing cuando éste presidió la Convención redactora del nuevo Tratado, sostiene que, si dicen no, a los británicos se les debe plantear "la cuestión de confianza de su pertenencia a la Unión".
Probablemente, así lo planteará el propio Tony Blair en la campaña, porque en eso parecía pensar cuando, tras aprobarse la Constitución, habló así en junio ante la Cámara de los Comunes: "Estamos en la Unión Europea por el mercado único, por el 1,8% del PIB extra que nos aporta cada año y por los 3,5 millones de empleos que dependen de ese mercado único. Estamos por la fuerza que nos da en negociaciones comerciales con países poderosos como Estados Unidos o Japón. Estamos dentro por su red en las relaciones comerciales y de cooperación con China, India, los países de América Latina, África y Asia, relaciones que hacen una importante contribución a la paz internacional, la seguridad y el desarrollo. Claro que hay frustraciones y compromisos, pero la UE es la manera más exitosa que se ha inventado hasta ahora para gestionar las relaciones entre los países europeos, cuyas rivalidades nacionales les han llevado hace tan sólo 60 años a una serie de conflictos sangrientos". Ellos tienen la palabra.
Artículo I-44
"Los Estados miembros que deseen instaurar entre sí una cooperación reforzada (...) podrán hacer uso de las instituciones de ésta (...) La finalidad de las cooperaciones reforzadas será impulsar los objetivos de la Unión, proteger sus intereses y reforzar su proceso de integración. La cooperación reforzada estará abierta permanentemente a todos los Estados miembros. La decisión europea de autorizar una cooperación reforzada será adoptada por el Consejo como último recurso, cuando haya llegado a la conclusión de que los objetivos perseguidos por dicha cooperación no pueden ser alcanzados en un plazo razonable por la Unión en su conjunto".
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