Claves para entender el Protocolo
Un entramado de organizaciones, prioridades e investigaciones configuran el acuerdo
No hay precedentes de un acuerdo internacional sobre medio ambiente de la importancia del Protocolo de Kioto. Un entramado de organizaciones, investigaciones y factores prioritarios fundamentan su actividad. Éstas son sus claves:
- Un largo camino. La Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC, en sus siglas inglesas) arrancó de la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro 1992, y entró en vigor en 1994. Son miembros de la misma 188 países, y en 1997 aprobaron en Kioto el Protocolo de la convención, que lleva el nombre de esa ciudad japonesa. En este texto los países se comprometen a estabilizar las emisiones de gases de efecto invernadero en un nivel que evite una interferencia peligrosa en el sistema climático terrestre.
- Reducción de emisiones. El Protocolo de Kioto establece que los países desarrollados reduzcan en 2008-12 sus emisiones de efecto invernadero en un 5,2% como media respecto al nivel de 1990. Los países de la UE se comprometen a bajarlas un 8% (un reparto interno de la carga fija reducciones más significativas a varios países y consiente aumentarlas a algunos, como España en un 15%); Japón tiene que reducir un 7% y Estados Unidos un 6%. El Protocolo también determina tres mecanismos para ayudar a cumplir las obligaciones (el comercio de emisiones, y los proyectos conjuntos entre países desarrollados o entre éstos y los que están en vías de desarrollo).
- Los informes del IPPC. La alerta sobre el efecto del aumento de la emisión de gases de efecto invernadero, generados masivamente a partir de la revolución industrial, procedió de la comunidad científica. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPPC), un organismo de Naciones Unidas nacido a finales de los ochenta, aúna hoy a miles de especialistas de todo el mundo. Su misión es evaluar toda la investigación que se hace, ponderarla, analizar sus resultados y elaborar informes que presentan el estado del arte en esta disciplina científica. De capital importancia son los informes específicos -resúmenes- para los responsables de las medidas políticas. El IPCC ha elaborado ya tres informes generales, y está preparando el cuarto. El primero advirtió del peligro del cambio climático y sus impactos. El segundo, en 1996, concluyó que la influencia humana en el calentamiento global era discernible, aseveración que se consolidó en el tercer informe (2001), señalando que más de la mitad del cambio climático se debe a la acción humana frente al efecto de la variabilidad natural del clima. El aumento de la temperatura media de la Tierra entre 1,4 y 5,8 grados centígrados en cien años, la subida del nivel del mar, la alteración de patrones meteorológicos y el incremento del número y la intensidad de fenómenos extremos como sequías o inundaciones, son los rasgos destacados del clima del futuro. El IPCC está organizado en tres grupos: el de investigación del clima, el de impactos y el que explora medidas para hacerlos frente.
- Plan de EE UU. Tras declarar su rechazo al Protocolo de Kioto, Estados Unidos ha preparado un plan propio cuyo objetivo es reducir la intensidad de sus emisiones (un baremo que relaciona emisiones por unidades de producto interior bruto) en un 18% en 2012 respecto a 2000. Ese plan supone que sus emisiones reales habrán aumentado entre un 16% y un 26% respecto a 1990 según cifras oficiales, y más de un 30%, según estudios independientes. Además, el plan se completa con programas de investigación científica y tecnológica.
- Adaptación. Ante el cambio climático es esencial tomar medidas para atenuarlo (básicamente reduciendo la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera). La otra línea imprescindible de actuación es la adaptación a sus efectos. Ésto afecta a prácticamente todos los países, pero sobre todo es primordial para las naciones en vías de desarrollo, que sufrirán los efectos más devastadores del problema y carecen de recursos para prepararse frente a ellos.
- Energía. Si cuando arrancaron los trabajos del Protocolo de Kioto el debate internacional giraba en torno a la ciencia del clima y a los compromisos de contención de las emisiones, en los últimos años los temas del cambio climático entroncan directamente con el sistema energético mundial. Transformaciones estructurales en la producción energética, diversificación de combustibles, eficacia y tránsito del uso intenso de carbón y derivados del petróleo hacia energías renovables se incluyen en las medidas en marcha o en estudio. No se pierde de vista el aumento de las emisiones previsto para el futuro relacionado con el crecimiento del consumo energético en países en vías de desarrollo, sobre todo los colosos chino e indio.
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