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55º EDICIÓN DEL FESTIVAL DE CINE DE BERLÍN

Riesgo y sexo en la sección Panorama

La película alemana en competición 'Sophie Scholl' obtuvo una excelente acogida

La prestigiosa sección Panorama, que celebra este año su 20º aniversario, es famosa por su capacidad de riesgo con títulos poco convencionales, especialmente sobre temas sexuales no siempre a gusto de todos. Por ejemplo, la argentina Un año sin amor hirió la sensibilidad ayer de muchos espectadores por las escenas de violentas prácticas masoquistas vividas por el protagonista, un escritor gay. Este largometraje, que se verá próximamente en España, es el primero de la directora de 30 años Anahi Berneri, basado en el diario que Pablo Pérez, coguionista, comenzó a escribir desde que supiera que estaba afectado de sida. Un año sin amor mezcla la dureza de unas imágenes sin tapujos con la sensibilidad plena de matices del actor Juan Minujin, ya conocido en otras películas argentinas.

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El sexo es también el tema de Fucking different!, película colectiva en la que lesbianas berlinesas han realizado cortometrajes que hablan de la sexualidad gay, mientras que cineastas gays han hecho lo propio sobre su concepción de la sexualidad lésbica. Otro documental, en este caso norteamericano, se acerca a la historia de Peter Berlín, considerado en los setenta como el Greta Garbo del porno gay. Gender X, un documental alemán, se acerca al mundo de las drag queens, mientras que Cycles op porn, sex/life in L.A. trata sobre el mundillo de los muchachos que aspiran a convertirse en modelos porno. No faltó a la cita de Panorama el documental Inside deep throat, que analiza la conmoción que Garganta profunda provocó en los primeros años setenta.

El sexo fue igualmente el tema del coloquio sobre Amor idiota, aunque su director, Ventura Pons, insistiera en que los apasionados encuentros eróticos de la pareja protagonista -18 en total- fueron su manera de contar las respectivas soledades de los personajes. Por su parte, Cayetana Guillén Cuervo y Santi Millán debieron responder al insistente público que, en el rodaje, sus famosos y mórbidos encuentros sexuales se realizaron desde los cánones de la más pura ficción. El espectador español tiene ya la oportunidad de juzgarlo en sus pantallas.

La presencia española en el festival de Berlín, que ha contado, asimismo, con la asistencia de Unax Ugalde, elegido como el joven actor español merecedor de la promoción Shooting Stars de la CE, culminará esta noche con el Oso de Oro concedido a la espléndida trayectoria de Fernando Fernán-Gómez y el estreno fuera de concurso de Para que no me olvides, de Patricia Ferreira.

En la competición del día, fue aplaudida la película alemana Sophie Scholl, de Marc Rohemund, que cuenta el juicio sumarísimo y posterior condena a muerte de tres estudiantes que repartieron propaganda antinazi durante los últimos días de la batalla de Stalingrado. Minuciosa, eficaz, destaca en ella la interpretación de Julia Kentsch, cuyo personaje da título al filme. Fue celebrada asimismo la norteamericana In Good company, de Paul Weitz, el director que se hizo famoso con American pie, que en esta ocasión no supera los planteamientos típicos de una comedieta light narrando las circunstancias que rodean a un ejecutivo de 50 años que se ve postergado por un nuevo jefe de 25. Como es habitual, son deslumbrantes tanto los diálogos como los actores (Dennis Quaid, Topher Grace y Scarlett Johansson).

Finalmente, había llamado la atención la propuesta del director Mark Dornford-May, de brillante carrera teatral en su Inglaterra de origen, de adaptar la Carmen de Bizet a un suburbio surafricano como si se tratara de Sevilla (un cartel a la entrada del poblado así lo indica), pero su vasta experiencia en teatro no le ha servido para hacer interesante su primer trabajo como director de cine. Las canciones interpretadas (muy bien) en lengua xhosa por unos actores y actrices negros entrados en carnes, no está acompañada con ningún encanto en la coreografía ni en la puesta en escena, limitándose el conjunto a ser una simple curiosidad. Los madrugadores periodistas que llenaron la sala se fueron decepcionando a lo largo de la larga proyección, quedando al final sólo unos cuantos, y no todos despiertos. ¿Adónde irían esos desertores en un frío domingo de lluvia a las nueve de la mañana?

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