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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Nacionalistas del 'no'

Los principales aliados del partido del Gobierno, ERC e IU, propugnan votar no en el referéndum de ratificación del tratado constitucional europeo. Partidos no menos nacionalistas que Esquerra Republicana, como el PNV y CiU, ambos en la oposición, propondrán, por el contrario, el . El PNV, tras algunas dudas y un arduo debate interno, se decantó por el voto positivo. Pesó más la tradición europeísta de ese partido que consideraciones coyunturales. Se ha señalado la incongruencia de respaldar a la vez la Constitución europea y el plan Ibarretxe. Sin embargo, es posible ver esa decantación -así como su integración en el europeísta PDP de Romano Prodi- como un anclaje que permita en su momento emprender la rectificación: cuando el plan llegue al final del callejón.

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Convergència Democràtica, a diferencia de sus socios de Unió, se pronunció en julio por el no, virando luego a un condicionado a un mayor reconocimiento del catalán. Finalmente ha optado por el , como desde el comienzo recomendó Pujol y aconsejaban las encuestas: una del CIS reveló en diciembre que sólo el 10% de los votantes de CiU estaban por el no.

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Será ERC, por tanto, quien abandere el rechazo a la Constitución europea en Cataluña, como lo hará el BNG en Galicia y Eusko Alkartasuna en Euskadi. Todos ellos comparten como argumento principal la falta de reconocimiento en el tratado de los derechos de los pueblos sin Estado, y en particular del derecho de autodeterminación. En ERC hubo un momento de duda, tanto porque su base social está dividida sobre la cuestión como por la difícil compatibilidad entre el no y su política de alianzas. Pero prosperó el rechazo, planteado con la esperanza de que pueda servir para atraer al sector más nacionalista del electorado de CiU.

En todo este planteamiento hay un cierto equívoco sobre el sentido de la votación, cuyo porcentaje de síes va aumentando -hasta el 51%- a medida que se acerca el 20 de febrero, según refleja la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas. Si se trata de apoyar sólo aquello que coincida con el "ideal de nuestro proyecto europeo" -la frase es de Artur Mas-, muy pocos ciudadanos de la UE podrían respaldar constitución alguna. El punto de referencia debería ser no un ideal de partido -qué hay de lo mío-, sino si la Constitución mejora lo que hay. Lo hace, en la perspectiva de la construcción europea, al garantizar valores democráticos como los recogidos en la Carta de Derechos Fundamentales y otros propios del modelo social europeo, tan distinto, por ejemplo, del estadounidense.

Lo que se vota no es el acuerdo con cada artículo, sino a favor de que haya una Constitución europea que recoja en una norma escrita el resultado de los avances en la construcción europea, y permita seguir avanzando. Su contenido es el que ha sido posible consensuar entre representantes de cientos de partidos de 25 países. Es por ello más lógico que se opongan a ella las formaciones de la extrema derecha antieuropeísta que partidos de izquierda que lo hacen por considerarla "poco europeísta" o "poco social", con el argumento de que "hay otra Europa posible". Posible, puede, pero ésta es la mejor de las probables.

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