"Las presiones se han dejado notar"
Rafael Alemany (Benidorm, 1952) es catedrático de Filologia Catalana en la Universidad de Alicante.
Pregunta. ¿Qué destacaría del dictamen?
Respuesta. Que por primera vez, desde una institución oficial de la Generalitat, que, además, es por ley la autoridad lingüística de la lengua propia en el País Valenciano, se diga con nitidez la obviedad científica de que valenciano y catalán son una misma lengua.
P. ¿Es un triunfo de la razón sobre los intereses políticos?
R. Sí lo es en un alto grado, aunque no se puede soslayar que las presiones de todo tipo (unas directas, otras mediáticas, unas groseras, otras sutiles) que el Gobierno valenciano ha ejercido sobre la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL), a lo largo de los tres últimos meses, se han dejado notar, bien que en escasa medida, en el texto resultante.
"La AVL necesita que los políticos se olviden de ella y la dejen en paz"
P. ¿Cree que ha sido bien interpretado el dictamen?
R. El dictamen es suficientemente explícito. He aquí algunas de sus nociones básicas: a) valenciano y catalán son dos denominaciones igualmente legítimas para una sola lengua, sin perjuicio de que la primera de ellas sea la consagrada estatutariamente en el País Valenciano; b) las diversas modalidades de esa lengua, entre las que se halla la que hablamos los valencianos, tienen derecho a ser preservadas y utilizadas, si bien en los usos lingüísticos institucionales de carácter general que se hagan fuera del dominio lingüístico compartido se debería converger en un modelo de lengua único; c) dada la existencia de dos denominaciones para una misma lengua, se tendrán que buscar soluciones onomásticas adecuadas para referirse a la misma como entidad unitaria, cuando menos en los usos lingüísticos oficiales que se hagan más allá de las fronteras territoriales en donde se habla.
P. ¿Por qué la Acadèmia decidió elaborar un dictamen así?
R. Porque la hipócrita e irritante ambigüedad empleada tradicionalmente por los grandes partidos políticos valencianos para abordar el tema de la denominación y entidad de la lengua propia del País Valenciano, desde la aprobación del Estatuto de Autonomía hasta la Ley de Creación de la Acadèmia, se había convertido en un paraguas protector de ilegalidades o sandeces tales como excluir la licenciatura en Filologia Catalana de la relación de títulos y diplomas que permiten la obtención automática del requisito lingüístico valenciano, o postular la creación de cátedras de valenciano, al margen de las de catalán, en las escuelas oficiales de idiomas. Todo eso es muy grave, muy poco serio, y la Acadèmia, entre cuyas competencias está la de defender la entidad y denominación de nuestra lengua propia, creyó necesario hacer uso de la autoridad que la ley le confiere para, con carácter prescriptivo (no se trata de opiniones de un grupo de amigos), establecer los principios y criterios a que hay que atenerse.
P. ¿Qué opina de las reacciones encontradas en el PP?
R. Ni me van ni me vienen. Ya se lo harán. En cualquier caso, lo deseable sería que tanto el PP como cualquier otro partido excluyeran de una vez el tema de la lengua del debate político, aunque mucho me temo que no caerá esa breva: el juguetito da mucho de sí. El PP, y quizá no sea el único partido, vive obsesionado con las encuestas que demuestran que una mayoría de valencianos considera que su lengua propia no es la misma que comparten otros pueblos de la antigua Corona de Aragón. Por otra parte, durante el imperio de mi paisano Zaplana, el PP, además de crear Terra Mítica, fagocitó Unión Valenciana y ahora teme una fuga de votos hacia Coalición Valenciana. En fin, una cuestión de burda estrategia electoralista de la que son víctimas los herederos de quienes durante la transición la propiciaron con éxito. Con su pan se lo coman.
P. ¿Y sobre las declaraciones de Camps relativas a que el dictamen válido es el del CVC?
R. Debe ser una pura cuestión sentimental, porque en la redacción de aquel dictamen él participó activamente, mientras que en el de la AVL no le hemos dejado. Aún recuerdo, porque yo también estuve en aquel negocio, cómo, con la colaboración preciosa de Camps y de tanta otra gente, vestimos la lengua con aquel trajecito de lagarterana que se llamaba "sistema lingüístico" que, hete aquí, aún hemos sacado del baúl, seis años después, para aprovecharlo en este nuevo dictamen del Miércoles de Ceniza. Por lo demás, tan válido es aquél dictamen como el de la Acadèmia ¿O es que esta última institución tiene menos legitimidad que el CVC? El ordenamiento jurídico es el que hay y, por tanto, hemos de respetarlo todos incluso en los casos en que nos produzca escozor.
P. ¿En qué situación queda ahora la Acadèmia?
R. La aprobación del dictamen, sin duda, deja mejor parada a la institución, pese a la guerra preventiva con que el Gobierno valenciano ha pretendido someterla, privarla de su independencia y autonomía. La AVL necesita, como el agua y el pan, que el gobierno y los políticos de todo signo se olviden de ella y la dejen trabajar en paz. Sólo así podremos cumplir adecuadamente con nuestro trabajo, con nuestra misión. Todos los académicos, con independencia de los puntos de vista, sabemos, al final, entendernos; esto siempre ha sido así. Por tanto, déjennos que, con el paso más ágil posible, nos alejemos de cualquier vinculación política originaria que pueda lastrar nuestro futuro y nuestra función social.
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