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VISTO / OÍDO
Columna
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Lavar la cara

La iracunda oposición acusa al poder de ir por el camino contrario al de Europa. Las facilidades para los inmigrantes -atascadas una vez más por la burocracia-, la nueva ley genética que permite investigar con embriones, los gastos sociales mayores que en otros países, van en contra de no sé qué espíritu europeo. Cuidado con los espíritus: son retrógrados todos. Y fantasmales. Es verdad que el maestro Bush ha hecho presupuestos donde los gastos de "bienestar" se reducen a favor del armamento y la seguridad, y que en Francia han vuelto atrás la limitación de 35 horas para el trabajo, y en Rusia se reducen también las anteriores ventajas: esto no hace más que insistir en la razón de España. Como decía Fraga con otra intención, y mala, España es diferente: la frasecilla engañosa venía para justificar el régimen de Franco, que era el suyo.

Ahora las condiciones son otras: España se lava la cara. Viejas costumbres habían ensuciado el rostro del país, y ahora se lava un poco. Este Gobierno trata de una especie de puesta al día, de aggiornamento, de lo que el país de bobos supersticiosos pero con una gran capacidad de aprovechamiento personal había dejado pudrirse. Tengo la sospecha de que si alguna vez volvieran al poder -y eso entra en los cálculos- no podrían volver atrás muchos de estos cambios; entre otras cosas, porque algunos les son beneficiosos aunque no lo digan. La medicina genética les alargará la vida -ya se van a clínicas del extranjero, como antes fueron sus chicas al Reino Unido, cuando era país único del aborto- y los inmigrantes harán su trabajo barato y sucio; pero la cuestión es salvar la cara visible de su conciencia y decir que lo han hecho otros. Más difícil de salvar que lo espiritual, las negociaciones para los convenios de trabajo las quieren parar, como quieren parar la Seguridad Social, alegando que no hay dinero para ella. Temen que para ese dinero se hagan exacciones del suyo; todos tememos lo mismo, siempre, pero los que no lo tenemos nos apuramos menos.

Me apresuro demasiado en calcular lo que van a hacer si vuelven: en Francia se están volviendo atrás, pero tienen que enfrentarse con los conflictos populares, urbanos y campesinos. Aquí me parece que no volverán al poder los que cayeron de él; una derecha más sensible a la realidad siempre es posible, pero no la asilvestrada, que se muestra con tanta crueldad en la oposición.

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