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Reportaje:

Un hospital mágico

Un grupo de ilusionistas ofrece semanalmente espectáculos a los pacientes de pediatría del Puerta del Mar

En el hospital Puerta del Mar de Cádiz sobrevuelan pájaros, las cuerdas se rompen con un leve golpe, los pañuelos se anudan solos. Porque cada martes, de seis a ocho de la tarde, el principal centro sanitario de la capital gaditana se vuelve mágico. Son las dos horas en las que los magos de la asociación Con Aire de Ilusión acondicionan los pasillos de la planta de pediatría para sorprender con trucos a los más pequeños, para entretener en las largas estancias y hacer desaparecer, a golpe de varita, los dolores y miedos de los niños convalecientes.

Lidia tiene siete años y se recupera de una gastroenteritis. Por unos días, ha tenido que estar unida a un gotero. Ayer ya lo había dejado y fue una de las primeras en coger sitio para asistir a la sesión de magia preparada por los miembros de un colectivo de 22 ilusionistas voluntarios, que recorren los hospitales para esparcir polvos mágicos, capaces de borrar, durante unos minutos, la hostilidad del entorno. Se han comprometido a acudir cada martes a la séptima planta del centro gaditano, una actividad iniciada ayer con gran éxito de público.

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Paredes de colores y coplas de carnaval

En el mismo pasillo, se improvisó un escenario con una pequeña mesilla, mientras que los pequeños, en pijama, algunos con gotero, otros en silla de rueda, todos impacientes, se repartían alrededor, acompañados por sus familiares y los enfermeros. El mago Juan Carlos Rubiales ejerció de maestro. Trató de enseñar lo fácil que se evaporan los pañuelos en una mano. Después convirtió a una niña en campeona mundial de kárate, que, con un golpe maestro, fue capaz de romper una cuerda en dos mitades iguales. El mago Carlos se acompañó de música para introducir en una bolsa negra cintas de colores que, al sacarlas, regresaban al exterior unidas sorprendentemente. De otro pequeño saco vacío, extrajo dos pajaritos, uno de ellos tan rebelde, que voló durante unos segundos por el pasillo, ante el alborozo de todos. Después regresó a la bolsa, donde desapareció de nuevo. Y el mago León, el más veterano de todos, jugó con tres bolas tricolores a modo de semáforo. Y, de repente, las convirtió en dos. Y después, rápidamente, fue una. Hasta que todas abandonaron la estancia por arte de magia entre los aplausos de niños y mayores.

Uno de los responsables de la asociación, Jaime Peinado, está convencido de que estos momentos de juego ayudan a entretener y también a recuperar a los niños: "Sólo hay que verles las caras, cuando ríen, cuando abren la boca sorprendidos, para notar que agradecen todo esto". Sus compañeros y él ya tienen experiencia en este tipo de sesiones en hospitales, aunque ahora su actividad no será esporádica sino semanal. En los pasillos de pediatría se concentró ayer medio centenar de niños. Algunos de ellos con enfermedades respiratorias, otros con procesos virales, también hubo pacientes con cáncer. La tarde pasó volando. Los temores a las jeringuillas, los goteros y los dolores se esfumaron como lo hicieron también los pájaros, los pañuelos y las bolas semafóricas. Porque, durante dos horas, el Puerta del Mar fue un hospital mágico.

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