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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Alí Lmrabet y el fiscal de Rabat

En su edición del 7 de febrero del 2005, EL PAÍS hizo mención de una carta del fiscal del tribunal de primera instancia de Rabat, señor Abdeslam Imani, en la que este dócil funcionario desmiente que yo haya presentado una solicitud para editar un nuevo periódico en Marruecos.

Abdeslam Imani tiene toda la razón cuando dice que nunca presenté una solicitud. Ni yo ni Reporteros Sin Fronteras ni EL PAÍS hemos dicho o escrito lo contrario. Lo que se dijo y se escribió es que "no pude" presentar la solicitud porque el 12 de enero un teniente de fiscal del tribunal de Rabat no quiso admitir la documentación requerida por la ley, y el 13 de enero, un policía uniformado me impidió sencillamente acceder al despacho del fiscal, cuando iba a presentarla por segunda vez.

El señor Imani, para los que no lo saben, es el fiscal que instruyó todos los juicios políticos contra mí, fue el que me hizo condenar a cuatro meses de prisión en noviembre de 2001, el que secuestró ilegalmente mi revista Demain Magazine en diciembre de 2001, el que me hizo condenar a cuatro años de cárcel en mayo de 2003 y el que pidió la clausura definitiva de mis dos revistas, Demain Magazine y Duman. Y es este señor el que me trata hoy de mentiroso.

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Debe usted saber, señor director, que desde hace dos semanas, desde que anuncié públicamente que iba a publicar una nueva revista, no pasa un solo día sin que mi foto y mi nombre no aparezcan en muchas portadas de diarios como acaba de denunciarlo Reporteros Sin Fronteras en un comunicado. Sufro una auténtica campaña de lapidación y de desprestigio en la que cada día se me calumnia y me insulta, y hasta hubo una "manifestación" bufa contra mi persona frente al Parlamento, que fue generosamente recogida por las dos televisiones oficiales y una decena de periódicos próximos a Palacio.

Nunca se llegó a estos extremos contra un simple periodista en toda la historia de Marruecos. Sé que los tiempos no son buenos para los que quieren denunciar la tiranía que rige los destinos de mi país, pero los españoles, que se han librado no hace mucho de una dictadura, saben mejor que nadie cómo funcionan las oficinas de propaganda y de desprestigio.

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