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Reportaje:

Garavilla se renueva y mira al mar

La conservera vasca ' Isabel' factura 120 millones y reduce su deuda de 120 a 45 millones

Conservas Garavilla, SA sigue mirando al mar y renovándose. En 1999 vendía siete millones de latas y el pasado año llegó a once. En este periodo ha sustitutido dos plantas viejas por dos nuevas, ha ampliado otra, ha comprado dos buques y ha cerrado dos centros (Lanzarote y Algeciras). El balance es favorable. El endeduamiento ha pasado de 120 millones de euros a 45 y el beneficio en 2003 fue de 500.000 euros. En 2004 aún será mejor.

Garavilla ha invertido en cinco años 60,5 millones de euros en renovar sus instalaciones y en comprar dos buques atuneros

Estanislao Garavilla, presidente de Conservas Garavilla, SA, representa la tercera generación de una empresa familiar conservera y de vocación esencialmente marinera. Todas sus conservas, sea con su marca estrella Isabel, más del 90% de la producción, o con la marca de delicatessen, Garavilla, deben estar ligadas al mar, desde la ensaladas en bol, su último gran éxito, hasta el bonito fresco del norte en aceite de oliva. La empresa la fundó en 1887 José Garavilla en Elanchove, un pueblo pesquero de Vizcaya. Posteriormente emigró a Bermeo, también en Vizcaya, desde donde se lanzó su crecimiento. El capital de Garavilla desde 1973 está repartida en un 59% en manos de la familia Garavilla y en otro 41% en las del BBVA. La propia empresa asegura que se encuentra en el tercer o cuarto puesto en el ranking europeo de conserveras de pescado.

La conservera vasca ha invertido en los últimos cinco años cerca de 60,5 millones de euros en renovar las instalciones. La ventas del grupo fueron el pasado año de 180 millones de euros en 65 países (Europa, América, Noerte de África y Oriente Medio). "Lo importante es desarrollar nuevos producto y sistemas. Contamos con 10 personas dedicadas en excluiva a esta tarea y además tenemos acuerdos de colaboración con centros de investigación pesqueros, como el Azti del Gobierno vasco", señala Garavilla tras recordar que necesitan colaborar con centros de investigación porque su capacidad es limitada.

La planta de Bermeo, que era de 1911, se ha sustituido por una nueva con una inversión total de 6 millones de euros. Este centro está esencialmente destinado a la producción de bonito y cuenta con 150 trabajadores. "Hay que renovarse porque los propios clientes exigen unos estándares de calidad que no son los de hace 20 años y en ocasiones merece la pena dotarse de una equipación nueva", dice Garavilla. La planta de Manta en Ecuador se ha sustituido por otra nueva con una inversión de seis millones de euros. Este centro, especializado en grandes atunes, ocupa a 1.100 personas.

Más inversión

La fábrica de Grove, en Galicia, es la que ha tenido mayor inversión 8,5 millones esencialmente por la nueva línea de ensaladas en bol que ha supuesto un éxito para la empresa y que marca el camino, según Garavilla, de por donde van a ir la inversiones futuras, en nuevo producto. "Satisfacer las necesidades del hogar de forma más fácil y en el momento. El bol de ensaladas es ya un 10% del negocio total", señala Garavilla. El centro de Grove está especializado en mejillón, ensaladas, mariscos y atún claro y ocupa a 400 personas.

El único centro que se ha mantenido estable es el de Agadir en Marruecos. Garavilla montó esta planta, especializada en caballa, anchoa y sardina, en 1993 en previsión del final de los acuerdos pesqueros entre la Unión Europea y Marruecos. Este centro, que ocupa a 550 trabajadores, paulatinamente ha ido sustituyendo a los de Algeciras y Lanzarote, abocados al cierre tras la no renovación del acuerdo pesquero con Marruecos. La desaparición de la flota local supuso el final de estos centros. "Ya en 1995 la comisaria Emma Bonino nos advirtió de que se iba a firmar el último acuerdo. Estabamos preparados", señala Garavilla quien asegura que los cierres se hicieron de forma ordenada y sin problemas sociales y que se gastaron casi 10 millones de euros en indemnizaciones.

Además de la plantas, Garavilla cuenta con cuatro atuneros congeladores de 1.500 toneladas que abastecen el 60% de la producción propia. El resto se compra a las flotas española y de Ecuador y países limítrofes. Los atuneros, que cuentan con una plantilla fija de 150 personas, pasan dos meses de faena en el mar y siete o diez días en puerto. Garavilla ha renovado parcialmente su flota con la compra de dos atuneros en los útimocuatro años. La inversión en cada buque es de 20 millones de euros y los adquiere en Astilleros de Murueta. "Son más caros que comprarlos pero más duraderos. La vida de uno de estos barcos es de unos 25 años", indica Garavilla.

El futuro pasa, según Garavilla, por potenciar las inversiones en la propia marca y por el producto. Más allá de estos conceptos, las plantas con más posibilidades de crecimiento son Grove, por las ensaladas y Manta por el aumento de consumo de pescado en la zona.

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