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El G-7 avanza en la condonación de la deuda

La UE propone destinar un 'impuesto solidario' de un euro por cada billete de avión para ayudar a los países pobres

Los ministros de Finanzas del G-7, el organismo informal que agrupa a los siete países más ricos del mundo, llegó ayer a un acuerdo político para impulsar la condonación de la deuda de los países más pobres con las instituciones multilaterales pero fueron incapaces de avanzar sobre las propuestas tendentes a hacer llegar dinero fresco para promover la ayuda al desarrollo. Sin embargo, el presidente de turno de la Unión Europea, Jean-Claude Juncker, anunció que Europa introducirá el llamado impuesto de solidaridad (un euro por cada billete de avión) aunque Estados Unidos y otros países se desmarquen de esa idea.

La lucha contra la pobreza era uno de los platos fuertes de la reunión mantenida durante dos días en Londres por los ministros de Finanzas de Estados Unidos, Japón, Canadá, Alemania, Francia, Italia y el Reino Unido, el llamado Grupo de los Siete. Los resultados no pasaron de agridulces: dulces para reducir el peso de la deuda, agrios respecto a la ayuda al desarrollo.

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Con todo, el acuerdo sobre la deuda es más teórico que real porque depende de negociaciones futuras. En concreto, los socios del G-7 acordaron estudiar caso por caso el alivio de la deuda contraída por los 27 países pobres más endeudados con las instituciones multilaterales, una lista que podría ampliarse a otros 10 estados más. Aunque muchos países han acordado ya el perdón de la deuda bilateral, es la deuda con instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y, sobre todo, el Banco Mundial, la que constituye la parte del león porque supone el 80% del total. Sólo la de esos 27 países asciende a alrededor de 70.000 millones de dólares (54.263 millones de euros, al cambio actual).

El presidente de turno del grupo, el británico Gordon Brown, explicó que el director gerente del FMI, Rodrigo Rato, presentará en la habitual reunión de abril en Washington una propuesta concreta para poner en marcha esa condonación. Para evitar que la medida reduzca el margen operativo del fondo, los ministros proponen que el FMI ponga a la venta parte de sus reservas en oro y otros recursos. En el caso del Banco Mundial y el Banco Africano, el comunicado del G-7 hace hincapié en que "trabajaremos con su dirección y sus accionistas para presentar propuestas con vistas a lograr un acuerdo en las reuniones de primavera que permita su puesta en marcha sin reducir los recursos de que disponen estas instituciones para los países más pobres".

El ministro francés, Hervé Gaymard, expresó su "satisfacción" porque de esta manera se asegura que las instituciones multilaterales, y en última instancia los países a los que sirven, no pierdan por una puerta lo que ganan por la otra.

Sin embargo, los escasos avances para acordar la creación de nuevos instrumentos de ayuda empañaron el éxito de la reunión. Gordon Brown, que patrocina un Plan Marshall para los países pobres basado en tres patas (comercio justo, alivio de la deuda y más y mejor ayuda al desarrollo) puso el acento en que "por primera vez el G-7 publica un comunicado específicamente consagrado a las propuestas sobre los países en desarrollo" e hizo hincapié en que ese comunicado introduce asuntos que van más allá de las cuestiones meramente económicas, como la lucha contra el sida o la vacuna contra la malaria.

Brown, que ha convertido en una cuestión personal el impulso del plan británico, quiso enmascarar los desacuerdos subrayando que el G-7 no había descartado nada y que, bien al contrario, el comunicado final contempla "la puesta en marcha de un programa de trabajo" sobre esas propuestas.

Pero el vicesecretario estadounidense del Tesoro, John Taylor, pronunció un rotundo "absolutamente no" al responder si apoya propuestas como la creación de un impuesto de solidaridad sobre los billetes de avión o una tasa mundial que grave la libre circulación de capitales.

Washington se opone también a la creación de una nueva facilidad financiera internacional para emitir 100.000 millones de dólares en 10 años destinados a ayuda al desarrollo. Con todo, los ministros acordaron seguir estudiando todos esos temas.

Sin embargo, Europa no va a esperar al G-7. El presidente de turno de la Unión Europea, el luxemburgués Jean-Claude Juncker -que asistió a parte de la reunión al igual que el comisario de Asuntos Monetarios (el español Joaquín Almunia) y el presidente del Banco Central Europeo (Jean-Claude Trichet)- anunció que el consejo de ministros europeos de Economía y Finanzas (Ecofin) incluirá este mismo mes en su agenda el debate sobre la introducción en la Unión Europea de un impuesto de solidaridad para crear un fondo para los países pobres gravando con un euro cada billete de avión.

"En el actual marco presupuestario, los países europeos son incapaces de cumplir su compromiso de destinar un 0,7% de su PIB a la ayuda al desarrollo. Sólo Holanda, Suecia, Dinamarca y Luxemburgo cumplen ese compromiso. Hay que buscar vías alternativas para financiar la ayuda", explicó. Juncker aseguró en privado que la Comisión Europea está preparando ya una propuesta concreta.

Los ministros de Finanzas y los gobernadores de los bancos centrales de los países del G-7, ayer, en Londres.
Los ministros de Finanzas y los gobernadores de los bancos centrales de los países del G-7, ayer, en Londres.AP

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