China, estrella invitada en la mesa de los ricos

El poderío de China no sólo lo avalan las cifras, sino los gestos. El ministro de Finanzas Yin Renqing y el gobernador del Banco de China, Zu Xiachuan, compartirán mantel con los ministros de Finanzas del Grupo de los Siete mañana. Antes, los ministros desayunarán de manera informal en Downing Street en un encuentro al que están invitados no sólo los representantes chinos sino también los ministros de Finanzas de otros países emergentes: India, Brasil y Suráfrica.

La presencia china en la mesa de los países ricos (EE UU, Canadá, Japón, Alemania, Francia, Italia y Reino Unido) no sólo es simbólica. La economía china afecta cada vez más al resto del mundo. Si hace unos meses su crecimiento económico se utilizó para explicar la subida de los precios del petróleo, ahora es la divisa china, el yuan, lo que centra las elucubraciones de los expertos y las preocupaciones de los ministros. Sobre todo las de los europeos, y en particular del responsable de las finanzas alemanas, Hans Eichel. Anclada al dólar, la cotización del yuan es considerada baja por los gobiernos europeos, que desearían que cristalizara cuanto antes el proyecto de Pekín de disociar su moneda del dólar para asociarla a una cesta de monedas.

Nadie espera concesiones de China en su reunión con el G-7 y la ausencia del secretario del Tesoro de EE UU, John Show, retenido en su casa por un fuerte resfriado, ha evaporado aún más las perspectivas de acuerdos importantes este fin de semana.

China se niega a fortalecer su moneda pese a las presiones occidentales, porque un eventual encarecimiento del yuan podría tener una doble consecuencia para la economía nacional, a juicio de los analistas. Por un lado, devaluaría el valor de las reservas del banco central chino, lo que encarecería los bonos en divisas con que financia las bancarrotas bancarias. Por otro lado, afectaría a las exportaciones y podría generar problemas de paro en un momento delicado.