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Reportaje:

La cita de Nantes

Un recorrido por las cinco jornadas de actuaciones de la Orquesta Sinfónica de Bilbao en el festival La Folle Journée

Nantes, orgullosa de su catedral gótica y su castillo del siglo XV, el fortín de los Duques de Bretaña, tranquila ciudad universitaria cruzada por tranvías y cuna de Julio Verne, ha sido en los últimos cinco días el mejor muestrario de la música de Beethoven y sus coetáneos. Entre la actuación de la Orquesta Nacional del País del Loira a media tarde del pasado miércoles y las piezas que la pianista Vanesa Wagner tocará ante 80 personas esta noche, se han sucedido en el palacio de congresos de Nantes 230 conciertos repartidos en ochos espacios, en un horario que se ha prolongado desde las nueve de la mañana hasta casi la medianoche y ha conseguido vender cerca de 230.000 entradas. Es la fórmula del festival La Folle Journée (la jornada loca), en constante expansión desde su creación en 1995: un mundo de música clásica para un público masivo, bajo un mismo techo y a precios reducidos. La Orquesta Sinfónica de Bilbao (BOS) y la Sociedad Coral de Bilbao han vuelto este año a participar en el festival de Nantes, en una cita que ya se ha consolidado en sus agendas.

En tres años la BOS ha doblado su presencia en el programa del festival hasta llegar en 2005 a cinco conciertos de factura muy diversa: desde la grandiosidad de la Novena Sinfonía, a la liturgia del Réquiem, de Cherubini, ambas obras interpretadas junto a la Sociedad Coral, que no falta en el festival de Nantes desde 1998.

El espíritu de La Folle Journée se contagia a los músicos, que atraviesan el palacio con sus instrumentos sorteando las colas del público, a la búsqueda de la sala donde tocar el segundo concierto de la velada con apenas 45 minutos de descanso entre ellos. Las jornadas en Nantes también son un poco locas para los coralistas: salieron a cantar sin apenas tiempo para descansar después de viajar en autobús desde Bilbao, al día siguiente de haber actuado en el Palacio Euskalduna, en Bilbao. La primera prueba para la BOS y la Coral fue la interpretación de la Novena Sinfonía, de Beethoven, "tan conocida, tan de repertorio, y tan difícil", decía el director de la orquesta, Juan José Mena. "Es una obra que exige la máxima concentración, muy compleja y muy elaborada, que necesita un compromiso con los parámetros clásicos y no dejarse arrastrar por el impulso de la música", explicaba Mena con el recuerdo de los aplausos la noche anterior y poco antes de volver a tocarla ante un auditorio de escolares de menos de 10 años. "Cada vez que se hace la Novena es un examen: para los músicos es un deber escolástico; para la dirección, un reto". Mena y el director de la Coral, Gorka Sierra, coinciden en que la Novena es mucho más que el himno final que ha traspasado los límites de la música clásica. Ante 2.000 personas, la BOS y la coral consiguieron con la sinfonía el mayor éxito de su participación en La Folle Journée.

Los cinco conciertos de la BOS en Nantes fueron experiencias muy diferentes. Poco después de los aplausos por la Novena, la BOS interpretaba en una sala de 800 butacas el Concierto para violín en re mayor, de Beethoven, en la que la orquesta y su director cedían todo el protagonismo al solista David Grimal. Al día siguiente, de nuevo sesión doble: la Novena, con público infantil por la mañana, y por la noche el Triple concierto en do mayor, con tres solistas. Para cerrar la presencia en La Folle Journée la BOS, junto a la Sociedad Coral, interpretaron ayer el Réquiem de Cherubini.

Las sonatas, al Teatro Arriaga

La primera muestra de que La Folle Journée había sido un éxito fue su crecimiento: de una sola jornada en 1995, a tres en 2000 y a cinco en 2005. La segunda, fue el salto fuera de Nantes. La fórmula se exportó a Lisboa con el título La Festa da Música en 2000 y dos años más tarde llegó al palacio Euskalduna de Bilbao con el nombre de Musika, Música. La organización creada para Nantes funcionó en ambas ciudades y se prepara para presentarse en Tokio a finales del próximo mes de abril.

La progresión de Musika, Musica -36 conciertos en la primera edición, 54 en la segunda, en una versión reducida de la programación de Nantes- fue truncada el pasado año. El festival, dedicado a la generación de 1810 que formaron Chopin, Schumann, Liszt y Mendelssohn, fue suspendido por decisión del Ayuntamiento de Bilbao y la Diputación de Vizcaya, promotores del acontecimiento, en señal de duelo por las víctimas de los atentados del 11 de marzo en Madrid. Se habían vendido ya más de 12.000 entradas y los conciertos más atractivos habían agotado su aforo.

Musika, Música volverá al Palacio Euskalduna este año entre el 4 y el 6 de marzo con la música de Beethoven y sus amigos, pero la Fundación Bilbao 700, organizadora del festival, no ha cerrado todavía el programa que ofrecerá cerca de 65 conciertos.

El modelo de Nantes, todos los conciertos bajo el mismo techo, se romperá en esta ocasión. La integral de sonatas de Beethoven, 32 obras, se presentarán en el Teatro Arriga, ordenadas cronológicamente en una serie de conciertos que comenzarán el sábado por la tarde y se prolongarán a lo largo de todo el domingo.

Bajo la presentación de Amigos de Beethoven se ha reunido la música de compositores que desarrollaron sus carreras a la sombra del genio, pero nunca formaron un colectivo ni se distinguieron por sus buenas relaciones. "El título es marketing, aunque está bien que sirva de reconocimiento a otros autores", reconoció Mena. Esos amigos son Cherubini, Salieri, Vorísek, Von Webwer, Schubert, y Vorísek, entre otros autores de una lista que contiene 17 nombres.

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