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ELECCIONES EN IRAK | El Kurdistán

Los cristianos iraquíes buscan refugio en el Kurdistán

Juan Carlos Sanz

Miles de cristianos iraquíes han buscado refugio en el Kurdistán. Tras la caída del régimen de Sadam Husein, familias enteras originarias de Bagdad, Mosul y Kirkuk se han instalado en Ankawa, el distrito cristiano situado a las afueras de Erbil, cuyos accesos están protegidos día y noche por las fuerzas de seguridad kurdas.

"Aquí al menos podemos salir a la calle", afirmaba ayer confiada Rupal, de 37 años, de la mano de su hijo de ocho años, mientras hacía las últimas compras antes del toque de queda electoral. "Nos tuvimos que marchar de Bagdad, hartos de bombas y secuestros", explica esta cristiana bagdadí, que se trasladó a Erbil hace casi un año junto con su marido y sus tres hijos y que trabaja como cocinera en el hospital instalado por militares surcoreanos en Ankawa.

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Algunos partidos de la minoría cristiana iraquí (un 3% de la población) cuentan ya con una cuota de poder garantizada en el Parlamento regional del Kurdistán al estar encuadrados en la lista única que encabezan las dos grandes fuerzas políticas kurdas. Los cristianos caldeos (católicos) son el grupo más numeroso frente a los asirios (nestorianos), que cuentan con menos fieles pero parecen estar mejor organizados y disponen de sus propias milicias.

Dos vigilantes armados y vestidos con uniformes del Ejército de EE UU montaban guardia a las puertas de la iglesia de San José, el principal templo católico de la capital del Kurdistán iraquí. "Esto siempre está lleno, pero hoy ha venido poca gente", decían intentando justificar el desolado aspecto de la iglesia: a la misa sólo acudieron ayer unas decenas de mujeres.

Las calles del distrito cristiano se fueron quedando desiertas mientras caía la noche. "Votaré mañana [por hoy] aquí, en Erbil; llevo conmigo mi cartilla de racionamiento", afirmaba Rupal. "No volveremos a Bagdad hasta que el Gobierno pueda garantizar nuestra seguridad", advierte.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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