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Reportaje:

Marcharse haciendo ruido

Gimeno pone en aprietos al PP al dejar la alcaldía de Castellón con la expectativa de que Fabra le siga

María Fabra

"Surrealista", "indecente" y "burlesco" son sólo algunos de los adjetivos que ha recibido el proyecto que, según dicen, el PP ha encomendado al hasta ahora alcalde de Castellón, José Luis Gimeno, tras la presentación de su dimisión: la Ciudad de las Lenguas. Gimeno ya es consejero delegado de la sociedad pública Castellón Cultural, un puesto creado expresamente para él, el mismo día de presentación de su renuncia. Sin embargo, el debate no se ha abierto sólo sobre el futuro de quien logró cuatro mayorías absolutas en la capital de La Plana, sino sobre los motivos por los que deja un puesto en el que se ha mantenido, durante casi catorce años, cómodo y sin sobresaltos. Arquitecto de profesión, Gimeno llegó a la alcaldía en 1991 tras cuatro años en la oposición y de la mano de su cargo de presidente en la Asociación en Defensa del Castellano. Quizá aquella posición haya sido relevante ahora, que se ha hecho cargo de crear lo que supuestamente debe ser en el futuro un centro internacional de enseñanza de esta lengua en la capital de La Plana.

La mayoría de las fuentes consultadas, tanto del PP como de los partidos de la oposición, coinciden en señalar que a Gimeno "lo han echado". Los populares más oficialistas emplean el término "estrategia" para definir la situación y se basan en la teoría de que deja la alcaldía ahora para que su sucesor, Alberto Fabra, se curta antes de afrontar las próximas elecciones municipales de 2007. Su claro enfrentamiento con el presidente provincial del PP, Carlos Fabra, a quien ha unido su pertenencia a unas mismas siglas y poco más que un contrato privado de alquiler de un local, es otro de los motivos más barajados, aunque con dos versiones diferentes. Los más cercanos a Fabra apuntan que se trata de una demostración de su poder, pese a estar inmerso en una investigación judicial en la que participa la fiscalía anticorrupción. Los no tan cercanos opinan que Carlos Fabra no está en condiciones de exigir nada pero sí, por su definitorio apoyo al presidente regional, Francisco Camps, de condicionar su marcha a la de uno de sus "enemigos". A nadie se le escapa, que el ya ex alcalde es mejor cartel político que el presidente de la Diputación. Hay además una cuestión de imagen y es que nadie ve "sostenible" que dos Fabras ocupen la presidencia de las instituciones local y provincial. O que sean dos Fabras quienes copen los números uno y dos de la candidatura municipal.

El abandono de la vida política por parte de José Luis Gimeno es algo que lleva barajándose desde hace años. Un puesto de senador parecía el más indicado para el "descanso". No ha sido un hombre que se haya destacado por su posicionamiento dentro del PP y esa carencia, en la crisis Camps-Zaplana, es otro de los motivos que esgrimen ahora sus compañeros de partido para justificar su "escapada". Gimeno nunca se "colocó" junto al presidente regional y se alineó en un lugar no muy lejano a Eduardo Zaplana, aunque le "traicionó" en la etapa precongresual.

El caso es que la última vuelta de tuerca sí la ha marcado Gimeno. Ha dicho que se va. Y lo ha hecho cuando ha querido. Dejando muy claro que su "renuncia" estaba condicionada a su nombramiento en un puesto que parece de su elección. Ha forzado la maquinaria. Y se marcha jugando una última baza, la que le han otorgado sus cuatro mayorías absolutas y la de un posible escándalo que no beneficia a nadie del PP.

Así, se ha creado un puesto a medida en un proyecto de dudosa viabilidad y, de paso, ha conseguido soliviantar los ánimos de propios y extraños fichando como asesor a un comentarista de la televisión local, conocido por sus furibundos ataques a catalanes y socialistas, escueto de estudios aunque con ambiciones de historiador y habitual objeto de chanzas entre la población por sus posicionamientos ultraconservadores, entre los que se encuentra la defensa de la memoria y el quehacer de franquistas y la manía de ver en la universidad una especie de avanzada invasora del catalanismo. Es como si el ya ex alcalde quisiera hacer una última declaración de principios. Me voy, pero seguiré dando de qué hablar.

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