Diputados a sueldo de empresas
Se recrudece el debate por las retribuciones extra de legisladores alemanes
¿Diputados o cabilderos? Ésta es la cuestión que se plantea estos días en Alemania en medio de un debate nacional sobre las actividades o los salarios cobrados más o menos sin motivo por los representantes del pueblo que, según la Constitución, actúan "sujetos únicamente a su conciencia". No cabe la menor duda de que algunos diputados, de todos los partidos del espectro parlamentario, la tienen muy ancha.
Tras la caída del secretario general de la democracia cristiana (CDU), Laurenz Meyer, por cobrar de forma debida del consorcio productor de energía RWE, se ha abierto en Alemania la veda del diputado venal. El diario amarillista Bild Zeitung ha sacado a relucir su vertiente populista y apenas pasa un día sin que lance en sus páginas un nuevo nombre de diputado a sueldo de alguna empresa. Los informes políticos de la televisión pública, la más crítica en Alemania, han entrado a saco en el tema. En uno de ellos se mostraba la tarta del reparto de los diputados en el Parlamento Federal, pero en vez de los nombres de los partidos a los que pertenecen figuraban los de las empresas Volkswagen, Siemens, Telekom, E.ON y similares. En otro se presentó un fotomontaje con el frontispicio del edificio del Reichstag en Berlín en el que la inscripción Dem deutschen Volk (Al pueblo alemán) aparecía transformada en Dem deutschen Volkswagen.
Los sueldos de los diputados en Alemania son suculentos, y no digamos las pensiones de jubilación. Un diputado percibe como sueldo y dietas en torno a 130.000 euros anuales. Las jubilaciones son de escándalo. Uno de los casos que sacó a relucir Bild estos días puede servir como botón de muestra: el democristiano Christoph Palmer, secretario de Estado en el estado federado de Baden-Wurtemberg, tuvo que dimitir por haber abofeteado a un compañero de partido en un acto público. Palmer conservó el acta de diputado en el Parlamento regional y, además de las dietas, ingresa cada mes 4.300 euros en concepto de jubilación a la tierna edad de 42 años por su antiguo cargo en el Ejecutivo.
La voracidad de muchos parlamentarios alemanes no parece tener límites y se retroalimenta con el interés de las grandes empresas por contar con cabilderos dentro de los parlamentos. Los diputados en entredicho pertenecen a todos los partidos. Al desdichado Meyer siguieron los nombres de diputados socialdemócratas a sueldo de Volkswagen. Uno de ellos ya dimitió y devolvió el acta. La diputada liberal Ulrike Flach (FDP) cobra un sueldo como traductora de Siemens. La diputada democristiana Hildegard Müller cobra del Dresdner Bank. Werner Müller, ex ministro federal de Economía del actual Gobierno SPD-Los Verdes, cobraba, además del sueldo, 8.000 euros mensuales del consorcio eléctrico E.ON, al mismo tiempo que en el Gobierno se debatía la liberalización del mercado energético. Hasta los inmaculados verdes tienen su escándalo. Ha salido a relucir que el ex secretario de Estado de Asuntos Exteriores y actual diputado Ludger Volmer trabaja para una empresa de impresión que vende sus productos en países del Tercer Mundo. Recientes viajes de Volmer a Suráfrica y Vietnam aportaron jugosos contratos para la empresa para la que cabildea.
Ante este panorama, los partidos debaten sobre la necesidad de reforzar el código ético para los diputados. Se trata de imponer normas de transparencia e incompatibilidades. Las posibilidades de éxito se contemplan con escepticismo porque son los mismos diputados los encargados de su autocontrol. Como poner a Drácula a custodiar el banco de sangre de la Cruz Roja.
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