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BANDAS MAFIOSAS

La policía libera en un piso de San Blas a un hombre que permaneció tres días secuestrado

La víctima, que no podía afrontar una deuda, estaba convencida de que iba a ser asesinada

Los geos de la policía liberaron en la madrugada del pasado viernes en un piso de Madrid a un colombiano secuestrado por un grupo de sicarios (dos de ellos colombianos y otro ecuatoriano) que posiblemente pretendían asesinarlo. El rehén, dueño de un bar de Móstoles, adeudaba 150.000 euros a una red que le facilitó un alijo de cocaína en 1998. Al no hacer frente al pago, los secuestradores supuestamente tenían decidido matarle y después deshacerse de su cadáver. Las investigaciones del grupo I de la UDYCO central, que estaba tras los pasos de los sicarios, lograron evitar el crimen.

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La Comisaría General de Policía Judicial, al frente de la cual se halla el comisario Juan Antonio González, inició el pasado octubre una investigación sobre una banda de colombianos residentes en España, presuntamente implicados en narcotráfico, extorsiones, secuestros, tráfico de armas y otros delitos conexos. Las actividades fundamentales del grupo, compuesto por seis personas -entre ellas tres sicarios-, eran el secuestro o la muerte de personas que tenían alguna deuda con narcos colombianos, además de distribuir cocaína a pequeña escala en distintos puntos de España.

Uno de los sicarios fue detenido el pasado 30 de noviembre acusado del intento de secuestro en Madrid de un colombiano que en su momento había sido testigo protegido en una causa penal. Sin embargo, la víctima logró evitar su rapto por la fuerte resistencia que opuso y por el auxilio que le prestaron otras personas.

Las pesquisas sobre este grupo criminal continuaron ante el temor de que sus integrantes eran muy peligrosos y podrían estar implicados en otros hechos delictivos Los sospechosos estaban sometidos a estrecho seguimiento, tanto de día como de noche. El pasado martes, durante una de esas vigilancias, los agentes observaron que los delincuentes se dirigían a un bar de la calle de Sevilla, en Móstoles, tras lo cual se desplazaron a Yuncos (Toledo). Veinticuatro horas después volvieron a visitar el citado establecimiento. Al cabo de un rato, el dueño del bar echó el cierre y salió acompañado de sus amigos. El grupo se trasladó hasta un piso del número 5 de la plaza de Cronos, en el barrio madrileño de Simancas (distrito de San Blas).

Alijo de cocaína

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La policía supo que el dueño del bar de Móstoles -un colombiano sin antecedentes y residente en España desde hace unos catorce años- había sido invitado por los sicarios a que les acompañara a aclarar con otra persona la deuda que mantenía por un alijo de unos diez kilos de cocaína que había introducido en España por encargo de otra persona.

Bajo la supervisión del juez de instrucción central número 1 de la Audiencia Nacional, Ismael Moreno, los agentes se volcaron en el caso, ante la sospecha de que el dueño del bar estaba secuestrado y en serio peligro. De esta forma, los policías comprobaron que la esposa de la víctima intentaba desesperadamente reunir el dinero que salvase la vida a su esposo. A través de unos intermediarios, la mujer entregó varios relojes y, más tarde, consiguió reunir cierta cantidad de dinero. En total, el valor de lo recaudado oscilaba en torno a los 40.000 euros, una cifra muy por debajo de la deuda. Por eso, la familia del rehén ofreció a los secuestradores entregar su bar de Móstoles como parte del pago.

Ante el riesgo de que los sicarios decidieran ajustar las cuentas al rehén, la Comisaría General de Policía Judicial montó una operación encaminada a liberarlo. Pero durante el cerco al piso de la plaza de Cronos, los delincuentes detectaron el despliegue policial, por lo que uno de ellos salió de la casa y se alejó de allí en una moto. Horas después apareció por la zona un motorista que fue interceptado y reducido de forma contundente por la policía, ante el temor de que llevase una pistola. Sin embargo, el sospechoso era en realidad un honrado ciudadano que fue confundido con el delincuente buscado. Los agentes, tras pedirle disculpas, prometieron indemnizarle por los daños causados, según fuentes policiales.

Alrededor de la una de la madrugada del pasado viernes, los responsables del caso ordenaron el asalto de la vivienda para evitar riesgos al rehén.

El asalto

Un comando de agentes de los GEO (Grupo Especial de Operaciones) irrumpió en el piso tras volar la puerta de entrada mediante una carga explosiva. En ese momento, uno de los supuestos secuestradores estaba observando por la mirilla de la puerta, tras detectar algún ruido, por lo que resultó herido y sufrió fracturas en la cara. Se trata del colombiano José Ignacio E. R., Andrés el Loco, de 35 años, supuesto jefe del grupo, y que había pertenecido a las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC), según la Dirección General de la Policía.

En la vivienda fueron capturados también el colombiano Julio César N. A., Costeño, de 30 años, quien se hacía pasar por Yhon Fredy Megia Alui Álvarez, y el ecuatoriano Milton Amelio Y. Y., Puma, de 42 años, según la nota de la policía.

Antes del asalto de los geos, los secuestradores ya habían quitado los grilletes al secuestrado, cuya identidad no ha sido facilitada, porque tenían intención de salir con él de la casa aparentando que eran un grupo de amigos. Así pretendían eludir el cerco que habían detectado, según fuentes de la investigación. La víctima ha declarado a la policía que tenía la certeza de que iba a ser asesinado por no poder saldar la deuda.

En el registro del domicilio fueron intervenidos 400 gramos de cocaína, precursores (acetona, sacarosa, amoniaco), balanzas de precisión, una plancha secadora, dos prensas y moldes para la preparación de planchas de cocaína, así como una pistola con la numeración borrada, 2.000 euros en efectivo y unos grilletes.

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