El pintor Iñaki Gracenea presenta en San Sebastián su reflexión sobre el espacio
El pintor Iñaki Gracenea (Hondarribia, 1972) ha volcado en la Galería DV de San Sebastián (San Martín, 5) su última reflexión sobre el espacio, que tiene como eje principal el concepto de package room. O, lo que es lo mismo, la idea de un espacio construido modular y transportable que se acomoda a su vez a diferentes espacios, en este caso la propia sala de muestras.
El proyecto package room hace mención a las casas prefabricadas creadas en su día por el arquitecto y profesor alemán Walter Gropius, fundador de la Bauhaus, la escuela de arte que capitalizó la investigación sobre arquitectura y artes aplicadas durante la primera mitad del siglo XX. Bajo estas referencias, Gracenea ha creado para la galería donostiarra un trabajo que pivota sobre una gran instalación que parece apropiarse de la sala, pero que, en realidad, sólo la habita. Y lo hará hasta el próximo 12 de marzo. Luego viajará a Madrid.
Pese a la relación de su creación con la arquitectura, el joven pintor huye de encasillarse como alguien que trabaja sólo con esta disciplina. "A mí me gusta trabajar con la pintura desde una posición transversal". Es decir, en comunicación con los distintos medios que existen para crear imágenes, porque la pintura "se tiene que adecuar al momento en el que vive", explica el artista, cuya trayectoria está muy ligada al centro donostiarra de arte contemporáneo Arteleku.
Capturas de ordenador
En ese diálogo está muy presente el ordenador. Pero Gracenea aclara: "Cuando digo que trabajo en el ordenador no es que me ponga a crear imágenes en él y ya está, sino que éstas interfieren en la pintura". "Si sólo tuviera un ordenador sería incapaz de hacer nada", asegura el joven, para quien la pintura todavía sigue ofreciendo esa presencia física que puede hacer que el espectador se quede parado ante ella, frente a la instantaneidad de, por ejemplo, la televisión, donde una imagen enseguida anula a la anterior.
En cualquier caso, el artista hondarribitarra, ya un habitual en la feria Arco, no concibe los cuadros "de manera tradicional". Las piezas de su último montaje "funcionan a modo de frames o como simples capturas de un ordenador" relacionadas unas con otras. "Para mí todo fluye en la teoría de la textualidad. Una obra no puede entenderse sin la otra. Jamás pienso en un cuadro como algo concreto para poner en un sitio. La exposición es un todo", subraya Gracenea. Y apostilla: "Trabajo con la idea de cómo puede mudar una idea en otra, de cómo unos planos se pueden descomponer en otras imágenes".
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