Un mar de cemento
Benissa urbanizará la Llobella, uno de los escasos enclaves libres de edificaciones en la costa de la Marina Alta
La presión urbanística sobre el litoral mediterráneo no cesa. Las escasas áreas que quedaron a salvo del descontrolado arreón constructivo de los sesenta y ochenta que pobló de torres y chalés kilómetros y kilómetros de costa también han sucumbido finalmente a la fiebre constructora, en este caso mediante la fórmula de macrourbanizaciones con campos de golf incluido. El paradigma del imparable avance del hormigón, a veces, traspasando las fronteras de la línea de dominio público marítimo-terrreste, es la costa de la Marina Alta. En esa área, entre Calp y Benissa -unos 30 kilómetros- son excepcionales los rincones libres de edificaciones. La postal más común en esa franja del litoral, en general montañosa y de abruptos acantilados, son los miles de viviendas erigidas sobre las faldas de los montículos.
Una de esas zonas es el paraje conocido como la partida la Llobella, con una fachada marítima de unos 500 metros, en el término municipal de Benissa. El Ayuntamiento plantea desarrollar el plan parcial -34,5 hectáreas de suelo urbanizable recogido en el Plan General de Ordenación (PGOU) vigente desde 2003-. Para la ejecución del plan, el Ayuntamiento, presidido por Juan Bautista Roselló, del PP, ha recibido una decena de propuestas de otras tantas promotoras. La corporación todavía no ha decidido, pero con toda seguridad, según fuentes municipales, rechazará las ofertas privadas y será el propio Ayuntamiento el que ejecute el proyecto de urbanización.
El alcalde justifica la urbanización de la Llobella para cubrir la carencias de servicios y dotaciones del actual espacio urbano de la playa de Benissa. "En la playa no hay ningún tipo de servicio, como centro de salud o retén de la policía", afirma. "Esto obliga a los residentes a desplazarse hasta el casco urbano de Benissa, distante a unos 8 kilómetros", añade.
Roselló califica la Lobella como "punto estratégico" para completar la trama urbanístico de litoral de la localidad. "La densidad de la edificabilidad será muy baja, no más de 5 viviendas por hectárea, es decir, en total unas 180 nuevas edificaciones", argumenta el alcalde. "El resto serán construcciones de carácter dotacional y de uso público", añade Roselló.
El primer edil de Benissa, además de resaltar que se trata de suelo urbanizable, ya programado en el PGOU, también abunda en el marcado carácter, a su juicio, conservacionista del planeamiento urbano. "El 83% del suelo del término, 70 hectáreas en total, está calificado como no urbanizable, y de ese porcentaje, un 30%, de especial protección. Sólo hay un 8% de suelo urbano y otro tanto de urbanizable en el conjunto de término", asevera Roselló.
La propuesta del Ayuntamiento de Benissa de urbanizar la Llobella cuenta con el rechazo inicial de los vecinos de la zona, en su mayoría propietarios de viviendas levantadas de manera irregular en los últimos veinte años. Los afectados han presentado alegaciones contra el proyecto que, según ellos, encierra interés especulativos y, además, porque la urbanización del valle perjudicará la imagen de turismo de calidad de la que goza el municipio, merced a su celo por preservar el entorno natural.
El alcalde señala, por otra parte, que la mayoría de las alegaciones hacen referencia a las cargas que tendrán que soportar los propietarios de las viviendas ya existentes. "Si la zona se urbaniza y se dota de servicios, tendrán que aportar su parte correspondiente, pero desde la corporación se les dará un trato diferencial" razona Roselló.
Tanto los ecologistas como la Consejería de Territorio y Vivienda posponen su valoración sobre la llegada del hormigón a este enclave de la costa hasta conocer el proyecto definitivo.
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