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Crítica:JUEGOS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Lunes negro

Interpretando a un agente con un pasado tormentoso habrá que hacer frente a las mafias de estupefacientes

¿Quién no ha tenido un lunes negro alguna vez? No sólo hay que empezar a trabajar, sino que los problemas se acumulan animados por la melodía de Murphy. El agente especial de las fuerzas de seguridad de Londres Ben Mitchell ha iniciado muchas semanas con mal pie desde que, por error, sesgó la vida de un chaval de 15 años al dispararle por la espalda. A pesar de que se le ha mantenido en el puesto, por los servicios prestados en el pasado, sus compañeros temen que pierda de nuevo el control en una de las múltiples redadas en las que comparten furgoneta. Tomando el control del agente marcado se inicia una elaboradísima historia que transcurre en una recreación fantástica del Londres actual, con calles repletas de autobuses de color carmesí, fotogénicas cabinas y bobbys dispersos por toda la ciudad.

'The Getaway: Black Monday'

Desarrolla: Team Soho

Distribuye: Sony

Plataforma: PlayStation 2

Género: Acción

Edad recomendada: Mayores de 18 años

Precio: 59,94 euros

Internet: www.blackmonday.co.uk

El equipo de Sony, sito en la misma ciudad donde transcurre el juego, se ha responsabilizado de nuevo de The Getaway: Black Monday tras recoger los laureles por haber vendido un millón de copias de la primera entrega. Dos años después de aquel lanzamiento, Team Soho ha hecho los deberes a medias. Ha desarrollado un buen concepto de juego y un guión brillante, pero ha perdido en el apartado técnico, siendo esta segunda parte menos manejable.

Además de contar con más zonas y mejor reproducidas de la city, ahora es posible usar muchos más vehículos para desplazarse de una misión a otra. Utilitarios reconocibles gracias a licencias, furgonetas, deportivos, todoterrenos e incluso autobuses ponen sus mandos a disposición del jugador. Por si la carrera implica moverse por el saturado y restringido centro londinense, también se pueden pilotar motocicletas de policía, escúteres e incluso bicicletas. El pero es que todos los vehículos tienen un comportamiento casi idéntico, con lo que poco importa si se opta por uno u otro.

La trama se enriquece utilizando a tres protagonistas simultáneamente. A Mitchell se le unen Eddie O'Connor, un ex boxeador que ejerce de matón, y Sam, una estafadora especializada en infiltración informática. Sus vidas se entrelazan y, como resultado, las acciones de uno afectan al destino del otro. No es nada nuevo, pero unido a la ejecución de las escenas intermedias repletas de diálogos, sólo aptos para adultos, que definen a la perfección el carácter de cada personaje, este aspecto bien merece ser destacado.

La traducción al español tiene dificultades en ciertos momentos para sincronizar las voces con la boca de los muñecos, y es una lástima porque desmerece tanto el trabajo hecho en la expresividad facial, como el del buen doblaje realizado.

Siguiendo las instrucciones recibidas al principio de la misión hay que resolverla de la mejor forma posible y ello significa con el menor número de bajas. Si se puede detener a un traficante sospechoso mucho mejor que meterle plomo entre pecho y espalda.

La cámara enfoca la acción desde detrás del personaje y tiende a no colocarse en el mejor lugar en cada momento, especialmente en zonas cerradas, impidiendo tener una buena perspectiva de la situación. Dado que se ofrecen modos sigilosos, como andar con la espalda pegada a la pared y asomarse desde el quicio para no exponer todo el cuerpo, lo ideal sería que siempre se viera qué hay tras la puerta y no el cogote del protagonista.

No cabe duda de que The Getaway pretende embestir la columna sobre la que se postra Grand Theft Auto, aunque el golpe apenas consigue tambalear al rey de la libertad de actuación. Partiendo de que la variedad es algo que mejora el panorama del entretenimiento electrónico sería fantástico poder ver una tercera entrega, con la misma calidad argumental, que superara los escollos técnicos que ensombrecen la experiencia de Black Monday. ¡Ah! Y que transcurra en otra ciudad donde no se tenga que conducir por la izquierda.

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