_
_
_
_
_
VISTO / OÍDO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Castigo de Dios

Pensaba yo que la colusión judeocristiana, con el aditamento romano posterior, había descubierto la culpabilidad de la víctima y, en general, la de todo aquel que estuviese vivo. Gran hallazgo político-policial, de la esencia del poder. No, no somos nosotros solos: los pueblos arrasados por el maremoto están desarrollando la idea de que han sido castigados por dios como consecuencia de sus pecados. En lugar de buscar a ese dios, o esos dioses, y apalearles por su enorme canallada, van prometiendo no volver a pecar más. La culpa sobre la víctima ha sido siempre una miseria de la sociedad. Aún alguien se atrevió a desarrollarla por aquí, donde tanto miserable queda, a cosas como el sida: hasta que llegó a sus hijos. O a sus amantes. Antes la vi en la sífilis, y había autores que lo sostuvieron así. Los hijos de Don Juan, del ministro Echegaray, premio Nobel, contaba la historia de dos juerguistas que se casan; uno tiene un hijo, otro una hija, y los casan. Pero la sífilis hereditaria de sus correrías se ceba en esta pareja inocente: y es que dios es malo y no deja librarse a nadie.

No sé si serán los misioneros los que difundan esta maldad, o si es connatural con aquellos asiáticos de diversas creencias. Sé que entre nosotros se divulga, y se pasa de padres a hijos. El que se cae de la silla cuando es pequeñito, y llora, puede oír la voz de cualquier mayor que, además, le reprende: "¡Por haberte subido, la culpa es tuya!". Lo que aprendí, si alguna vez me pasó, fue a no llorar y a no decir nada. Los niños pasan fácilmente a la clandestinidad. A veces, por ciertas acusaciones que se sufren, pienso que nunca debí salir de ella. Cuando algo más duro me pase aún, cuántos pensarán que soy culpable: por difundir la doctrina mala, o simplemente por no propagar la buena. Pero ¿qué puedo hacer yo, si la "buena" -que dicen ellos- no existe? Dicen que el maremoto fue originado por unos movimientos tectónicos de hace 88 millones de años; admirable obra de dios que tenía previstos los pecados cingaleses de 2005. (En el Libro de estilo, aquí, y en otros, veo la palabra "esrilanqués", mala utilización de Sri Lanka, antes Ceilán, contra la prosodia. La líquida se pronuncia mal en castellano con una "e" imaginaria delante. Academia: cingalés es "perteneciente o relativo a esta isla de Asia, hoy Sri Lanka".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_