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Reportaje:

Vigilados a todas horas por la vecina

Una mujer de Barberà del Vallès tiene instaladas ocho cámaras en su casa que controlan los movimientos de sus vecinos

Los conflictos entre los vecinos han dado argumento para multitud de películas, series y libros. Pero la realidad puede superar con creces el más negro de los guiones. En la casa del número 19 de la calle de Nemesi Valls de Barberà del Vallès, donde vive una mujer con dos de sus cuatro hijas, hay instaladas ocho cámaras. Pero no filman un argumento de ficción, ni siquiera un reality show, sino que observan los movimientos de los vecinos de al lado. En concreto, hay dos cámaras que apuntan al patio de Rafael e Isabel, y otras dos que miran hacia el patio de Marisol. Dos más están instaladas en la parte delantera de la casa, y una tercera, en la trasera.

Rafael e Isabel viven con sus dos hijos en el número 21, puerta con puerta con la vecina que ha instalado las cámaras. Marisol vive con su marido y sus tres hijos en el 23. Los cuatro han interpuesto una querella criminal, en el juzgado penal número 1 de Cerdanyola, por invasión de la intimidad contra la quien dicen que les espía, incluso de noche. "Cuando salimos al patio, automáticamente, se encienden unos focos que nos apuntan". Rafael cambió los vidrios de las ventanas. A Marisol tuvieron que ingresarla en el hospital por una crisis nerviosa. Y es que lo de ser "espiados" no es cosa de días, sino de años, casi nueve.

¿Cuántas denuncias han interpuesto? "Una infinidad", responden los querellantes al unísono. No sólo por las cámaras. Rafael e Isabel explican que cuando su hija tenía 22 meses: "Nos tiró agua con lejía mientras estábamos en el patio, la denunciamos y le pusieron una multa de unas 300.000 pesetas". Ahora la hija tiene nueve años, y cuando se le pregunta por la vecina, ella y su hermano responden velozmente: "Nos tira piedras, trozos de hierro y agujas".

Gasto en abogados

A todo ello hay que añadir los insultos y el dinero gastado en abogados, porque "ella también nos ha denunciado", dicen los vecinos. En una de estas denuncias "exigía que yo le pagase los dos millones de pesetas que le costó instalar las cámaras porque las había puesto para protegerse de mí; argumentaba que yo saltaba a su patio. Cree que le queremos hacer daño", explica Rafael.

Todo empezó cuando Rafael e Isabel se trasladaron a la casa hace ya nueve años. Denunciaron a la vecina de las cámaras porque "tenía muchos perros, se dedicaba a su cría y venta sin tener licencia para ello". Entonces comenzaron los problemas. El anterior inquilino, señala Marisol, que vivía en Nemesi Valls desde hacía 18 años, "se fue porque ya no aguantaba más, otra pareja joven también se marchó cuando ella se quedó embarazada". Marisol también ha pensado en marcharse, "pero esta es mi casa desde hace 18 años y no quiero irme por culpa de esta señora". A Marisol, su vecina le ha tirado "huevos y tomates y ha insultado a mis hijos".

La policía y la Guardia Civil han visitado a la vecina en más de una ocasión. También el Departamento de Sanidad. Pero "siempre la avisan, y cambia la dirección de las cámaras", apunta Marisol.

Que esta vecina no tiene las simpatías del resto es algo obvio observando su puerta. La del garaje tiene garabateados insultos y en la puerta de la vivienda quedan restos de cáscaras de huevo. El Ayuntamiento ha contratado a mediadores de la Universidad Autónoma de Barcelona. Pero, de momento, ni la vecina ni sus dos hijas han asistido a las reuniones. Este periódico ha intentado, sin éxito, hablar con ella.

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