Cómo plantar cara a los suspensos
Los padres no deben culpabilizar a un hijo con malos resultados escolares, pueden buscar la forma de ayudarlo antes de fin de curso
Cinco suspensos en la primera evaluación. El primer trimestre escolar ha vencido y los padres y profesores ya disponen de la primera radiografía de cómo va el alumno. Algo no va bien. Aun así, todavía hay tiempo de sacar el curso adelante. Pero la mayoría de los padres sufren desorientados. ¿Cómo actuar? ¿Qué medidas poner en marcha?
Desde luego, no hay una receta universal para atajar la ristra de suspensos. Cada niño es un mundo y hay que huir de respuestas fáciles tipo "la culpa de todo la tiene el chico". En esto coinciden los expertos. "Más que culpabilizarlo hay que responsabilizarlo. La culpa paraliza mientras que la responsabilidad pone en marcha recursos para solucionar el problema", señala la profesora titular de Orientación e Intervención Psicopedagógica de la UNED Consuelo Vélaz.
Y la profesora de Psicología de la Educación de la Autónoma de Madrid Elena Martín añade: "La culpa no la tienen sólo el alumno o el profesor. En un proceso interactivo, la responsabilidad suele ser de las dos partes".
Tampoco hay que angustiarse. "Porque la angustia de los padres se transmite a los hijos. Y éstos la reciben como una presión psicológica demasiado fuerte para su edad y la convierten en un círculo vicioso del que es difícil que salgan", añade el catedrático de Política de la Educación de la UNED Manuel de Puelles.
Un suspenso es un suspenso y los padres deben darle la importancia que verdaderamente tiene. Lo dice Martín: "Desgraciadamente, hay muchos padres que están desorientados y creen a sus hijos cuando éstos les dicen: 'Pero si es normal, en mi clase sólo 10 han aprobado todo' o 'si luego puedo recuperar".
Aun así, no todos los suspensos son iguales. "No es lo mismo un fracaso escolar acumulado, con un enorme desfase curricular, donde ha faltado atención de los adultos y donde las medidas a aplicar no son sencillas, que el chico que suspende fruto de una crisis de adolescencia", aclara Vélaz. "Estas crisis son muy frecuentes y pueden reconducirse fácilmente si hay una familia implicada y atenta a este momento de la adolescencia del hijo", añade.
Una vez que han llegado las notas a casa, es prioritario que la madre y el padre, "los dos", acudan cuanto antes al colegio para hablar con el tutor -también con los profesores de las asignaturas suspensas- y traten de entender qué es lo que ha ocurrido. "En estas conversaciones es fundamental que la familia no vaya al centro intentando culpabilizar al docente, sino con el objetivo de entender lo que pasa y de hacer un plan conjunto de trabajo", explica Elena Martín. El docente explicará a los padres qué problemas de aprendizaje tiene el niño y, seguramente, le recomendará una serie de pautas para ayudarle y motivarle. "No hay un alumno que se resista a 10 profesores que se ponen de acuerdo", señala Consuelo Vélaz.
En cualquier caso, si las familias no van al centro escolar, tendrá que ser éste el que acuda a ellas. "El movimiento ha de ser doble: que los padres vayan a hablar al colegio sobre el rendimiento de sus hijos y que el colegio trate de contactar con la familia cuando ésta se encuentre alejada del centro por cuestiones socioeconómicas", explica el catedrático de Didáctica y Organización Escolar del la Universidad de Murcia Juan Manuel Escudero.
También es importante que los padres hablen con su hijo y le hagan reflexionar sobre por qué cree él que ha suspendido. "No se debe pensar que a la gente se le dan bien o mal las cosas, como si fuera un problema de talentos que unos tienen y otros no. Todos los alumnos de ESO pueden perfectamente aprobar las asignaturas si estudian y saben estudiar", asegura Martín. Porque es vital que los niños comprendan que sus estudios son un tema que interesa a sus padres. Y éstos nunca deben transmitirle una sensación de incompetencia. "Si creen que no puede aprender no van a aprender. Hay que hacerle ver que se confía en él y que se van a poner todos los medios", enfatiza Martín.
Implicación de las familias
La implicación de la familia es clave en el éxito escolar de los alumnos. Las encuestas reflejan que entre los estudiantes con mejores resultados académicos están aquellos cuyos padres hacen un seguimiento continuo de su educación.
"La responsabilidad escolar ha de ser compartida entre padres y profesores, sin embargo muchas familias se creen que cuando un niño traspasa la puerta de una escuela hay que desentenderse de su educación", señala el catedrático de Política de la Educación de la UNED Manuel de Puelles.
Los expertos insisten en que es vital que exista una acción coordinada entre los padres y el colegio de los chicos. Pero, a veces, se da una profunda y peligrosa incoherencia entre la actuación del profesor y la de las familias. "Y la coherencia es fundamental. Los padres no pueden desautorizar a los profesores. El niño percibe el respeto y el valor que sus padres otorgan a la escuela y los docentes y ésto es de las cosas que más influye en el éxito escolar", señala la profesora titular de Orientación e Intervención Psicopedagógica de la UNED Consuelo Vélaz.
El catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Murcia, Juan Manuel Escudero, añade: "En casa, los padres tienen que enviar mensajes nítidos y claros a sus hijos de que su tarea es estudiar. Además, deben estar pendientes de que hagan sus deberes, mostrar preocupación y hacer un seguimiento".
En Finlandia (país cuyos alumnos han ocupado las primeras posiciones en el último Informe Pisa en matemáticas y comprensión lectora y cultuta científica) las familias están en contacto permanente con el centro y es a los padres, en primer lugar, a quien debe rendir cuentas de su trabajo el colegio.
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