_
_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Cartas en Río Piedras

Quien haya leído Sol de medianoche hallará en las páginas de esta nueva novela del puertorriqueño Edgardo Rodríguez Juliá un territorio conocido. Ambientes y personajes. Ahí se alza Río Piedras, la ciudad en la que nació el autor en 1946, sus barrios elegantes, los modestos y los marginados, la playa, fundamental en la historia, y los rincones montañosos con la mezcla de personajes de distintas razas, y de variados intereses y creencias. La ciudad es un laberinto y el punto de arranque de la literatura del autor. Reaparece también el protagonista, una variedad de detective privado, un "facilitador", definido como "alcahuete de criminales con conciencia", y sus agregados, el perturbado Carabine, "mi secretario y consejero", y el perro Canelo. Son especialmente interesantes los pasajes en que el narrador y protagonista compara con ventaja esa extraña familia suya con las demás, compuestas por seres neuróticos e infelices.

MUJER CON SOMBRERO PANAMÁ

Edgardo Rodríguez Juliá

Mondadori. Barcelona, 2004

222 páginas. 17 euros

Novela con todos los ras-gos

del género negro, su argumento parte como tantas veces de un encargo leve, recuperar unas cartas, y a partir de ahí se ponen en movimiento unas fuerzas que arrastrarán finalmente al propio investigador y que harán aflorar la podredumbre moral y los intereses rastreros. Desde la frase inicial el protagonista queda encadenado a la mujer que le hace el encargo por teléfono ("su voz me perseguía"). Esa reiterada voz telefónica por la que el detective se siente subyugado es la única manera en que ella, la mujer fatal, se hace presente. Después aparecerán unas fotos (una de ellas con el sombrero Panamá del título) y sólo al final saldrá en persona, cuando ya sabemos muchas cosas sobre ella por referencias indirectas y su presencia sólo produce en su admirador desconsuelo. Una original y atractiva manera de tratar literariamente la figura de esta mujer que "olía a fascinación y catástrofe". Se habla mucho de mujeres en la novela. Hay muchos comentarios casi siempre de carácter misógino, pues creo que el autor ha querido exagerar este rasgo propio del género. La acción es directa, los diálogos de los personajes surgen rápidos como bólidos y el protagonista dice frases sentenciosas como corresponde a alguien que ya sabe todo lo que hay que saber sobre la humanidad.

La novela se lee con gusto porque posee todavía otro interés: el lenguaje. El autor maneja registros cultos y populares y reúne los vocablos sonantes y variopintos del habla puertorriqueña, emplea con gracia la ironía y recurre a metáforas como ésta referida a las sílabas: "Caían sobre mi conciencia con la espesura y la brillantez de pintura derramada".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_