La sonrisa amarga de Saul Bellow
El día de su muerte, Saul Bellow, premio Nobel en 1976, será recordado como el creador de algunos de los antihéroes más memorables de la literatura contemporánea. Por ejemplo, Augie March, el joven inmigrante judío, hijo de una mujer casi ciega, que intenta prosperar y encontrarse a sí mismo en el convulso Chicago de la Gran Depresión. Los dispares empleos que March desempeña en rápida sucesión (vendedor, marino, ladrón o lavandero de perros) sirven a Bellow para retratar a una sociedad y a un personaje que busca algo más que "el sueño americano".
Moses E. Herzog, paradigma del urbanita neurótico, es otro de los antihéroes más celebres de Bellow. Fracasado como profesor, escritor, esposo y padre, Herzog se dedica a escribir largas cartas a Nietzsche o Heiddeger mientras flirtea con el suicidio en la corrosiva novela que lleva su apellido por título.
Eugene Henderson, el millonario infeliz que intenta salir de la típica crisis de la mediana edad por el expeditivo camino de irse a vivir con una tribu africana, es quizá el más disparatado de sus personajes. En el polo opuesto se encuentra el protagonista de La víctima, Asa Leventhal, un judío neoyorquino corriente que se va sumiendo en una espiral de miedo y paranoia tras encontrarse con un gentil, Kirby Allbee, que le acusa de haberle hecho perder su trabajo tres años atrás. Son estos personajes, individuos excéntricos, inteligentes y sagaces pero desencantados con la vida, los que han hecho célebre a Bellow, uno de los mejores exponentes de una estirpe brillante, la de los escritores estadounidenses de origen judío. En la misma nómina se encuentran otros autores siempre recomendables como Isaac Bashevis Singer, premio Nobel en 1978, Henry Roth, Philip Roth y Joseph Heller. Ahora, con la recuperación de sus principales novelas en pequeño formato, la sonrisa amarga de Saul Bellow está un poco más cerca.
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