El bebé 1.300 millones
Un recién nacido en Pekín lleva la población china a una cifra récord
Un niño de 3,6 kilos de peso, nacido en Pekín el miércoles a las 17.02 (hora peninsular española) se ha convertido oficialmente en el chino número 1.300 millones. "Soy el hombre más feliz del mundo y mi niño estará bendecido toda su vida", dijo el padre de la criatura, según la agencia oficial de noticias china, Xinhua. De la madre sólo ha trascendido que trabaja para una compañía subsidiaria de la multinacional petrolera Shell.
El orgullo y alegría del progenitor, (Zhang Tong, de 37 años y empleado de las líneas aéreas chinas), contrasta con los sombríos augurios que esa cifra redonda, 1.300 millones, representa para el futuro de un país donde el 40% de los habitantes carece de asistencia médica (según datos del Gobierno) y la tasa de paro sigue creciendo (alcanza el 10% en las ciudades y se sospecha que es mayor en el campo).
Las familias que viven en ciudades sufren sanciones si traen al mundo más de un hijo
"1.300 millones es un número enorme, que va a suponer una gran presión sobre la economía, la sociedad, los recursos energéticos y el medio ambiente", indica en el periódico China Daily el director general de la Comisión Nacional de Población y Planificación Familiar (CNPPF), Wang Guogiang.
En los años cincuenta, el líder de la Revolución China y del Partido Comunista, Mao Zedong, exhortó a la población a multiplicarse para hacer de China una nación más fuerte. En 1970, la tasa de nacimientos se situaba en 33 por cada mil habitantes, un ritmo altísimo. Un intento de frenarlo ha sido la política de planificación familiar, resumida en el lema Una familia, un hijo.
Las familias que viven en ciudad son sancionadas con una multa considerable si traen al mundo más de un niño; mientras que los habitantes de zonas rurales y miembros de minorías étnicas pueden tener un máximo de dos retoños. Con esta política, hacia el año 2000 la tasa de nacimientos había descendido a ocho por cada mil habitantes.
Este éxito en las cifras no ha servido para corregir las tensiones poblacionales que vive el país, y además se ha visto ensombrecido por el hecho de que en China nacen 119 niños por cada 100 niñas (mientras que la proporción habitual en el resto del mundo es de 102 nacimientos de niños por cada 100 de niñas).
Las autoridades chinas explican este desfase por la tradicional preferencia de las familias del ámbito rural (dos tercios del total de la población) por los bebés de sexo masculino: brazos que trabajarán la tierra cuando la vejez llegue a los progenitores, en opinión de éstos. Y eso que Mao dijo que "las mujeres sostienen la mitad del cielo". Esta tradición se ha convertido en una oscura práctica en el ámbito familiar de abortos selectivos y clandestinos a los que se someten muchas mujeres que esperan una niña. El verano pasado el Gobierno lanzó una campaña para perseguir legalmente esta práctica.
"Cualquier individuo u organización que ofrezca servicios ilegales de abortos selectivos tendrá que asumir su responsabilidad legal", declaró entonces la viceministra de la CNPPF, Zhao Baige. El objetivo del Gobierno es alcanzar un nivel equilibrado en la proporción de nacimientos de niños y niñas para el año 2010.
China afronta un horizonte de envejecimiento de la población; pero según los expertos, hasta 2020 la pirámide de edad de sus ciudadanos no se parecerá a la que hoy presenta Europa. El reto inmediato es otro: crear empleo para cuando los ocho millones de niños que nacen al año tengan edad de trabajar. Si el ciudadano 1.300 millones está "bendecido de por vida", como dice su padre, quizá evite engrosar la cola del paro.
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