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Tráfico inicia el control de consumo de drogas

Frío, problemas técnicos y de salivación y un positivo por consumo de cocaína y éxtasis. El primer control de drogas en las carreteras catalanas, efectuado por los Mossos d'Esquadra en la madrugada del sábado en el Maresme, se cerró con luces, sombras y un balance satisfactorio entre los responsables. Después de las primeras pruebas del día anterior, el sistema se probaba ante la mirada de la prensa. Un chico fue el primero en pasar el examen en Santa Susanna. Pelo corto, camiseta ajustada, bambas de suela gorda y escasa fluidez en el habla, aunque no está claro que fuera por causas externas.

Entra a la Unidad Móvil de Atestados tras dar negativo en el alcoholímetro. Una bolsa metálica guarda la cánula que debe chuparse y el cartucho que guarda la saliva. Los 30 euros que cuesta cada bolsa aconsejan agudizar la intuición de los agentes. La cánula debe salivarse durante tres tandas de 180 segundos, tras las cuales la pantalla del ordenador emite el veredicto. El primer cartucho se resiste a entrar en el ordenador. El chico no consigue después reunir la dosis suficiente de saliva. Como el día anterior, cuando el único conductor que fue sancionado hubo de someterse a una extracción de sangre tras cansarse de chupar. El segundo cartucho tampoco entra. Mientras, el joven certifica la evolución de la moda impuesta desde las puertas de las discotecas: regresan a casa porque a un amigo le han impedido entrar por calzar náuticos. La semana pasada fue por llevar camisa.

Certifica también que en las discotecas de la zona es frecuente ser abordado por gente que vende o compra pastillas. Una hora y 60 euros después, al chico se le permite marcharse después de que la pantalla concluya que el resultado es "cuestionable", una suerte de in dubio pro reo previsto en la máquina. "Ahora me quedo con las ganas", dice. La patrulla se desplaza a Santa Susanna, donde trabaja el grueso del destacamento.

Allí, José Miguel Gaona, de la empresa Medichal Europe, que suministra los aparatos, explica que las pruebas fallaron porque el líquido reactivo estaba a menos de 10 grados. Se conecta la calefacción y problema resuelto. "Son pequeñas cosas que se arreglarán con el tiempo", explica Gaona. Los mossos han establecido el control en Santa Susanna, en una rotonda cercana a una discoteca con fama de reunir a pastilleros. Durante la noche se realizan cuatro controles de drogas. Dos son jóvenes que se ofrecen voluntarios ante la prensa, sabedores de que darán negativo. Los otros dos: una chica de Arbúcies (Selva) y un hombre mayor acompañado, según afirma, de dos nietas que muestran síntomas de incapacidad para conducir. "A ver cómo bajo los cinco orujos", dice ella antes de someterse al segundo y definitivo control de alcohol. Ambos dan positivo, suficiente para inmovilizar el vehículo y hacer innecesario el control de drogas ya que éste sólo se realiza si el alcoholímetro ha dado negativo.

Minutos después de las seis vuela la noticia. Las pupilas de un chico de 18 años que ha dado negativo en el alcoholímetro ocupan casi todo el ojo. Pero, confiado, permite que se le fotografíe, lo que rebaja las expectativas. Mientras espera, afirma que se ha fumado "un porrito entre cinco". En el resultado puede influir la mala suerte -que su calada coincidiera con la picadura más picante- o el camello. "Hemos hecho controles a gente que acababa de consumir cocaína y daba negativo. Les habían engañado", afirma Gaona.

A las 6.22 horas la pantalla se ilumina. Positivo por cocaína y anfetaminas. "La máquina no engaña", sentencia el chico. Las pruebas precipitan la confesión. "Os voy a decir la verdad. Me acabo de soplar una raya en el aparcamiento de la discoteca". Más: "Quería estudiar para mosso". El agente le hace ver que no va por buen camino.

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El chico se somete voluntariamente a que le extraigan sangre. Si su análisis en un centro médico coincide, le caerá una multa de 600 euros y tres meses de retirada de carné, la misma prevista para los que se niegan a someterse a la prueba. Conducir drogado es falta administrativa muy grave. No es delito, así que las puertas de los mossos siguen abiertas.

Pocos minutos después, un joven con la cara demacrada ocupa la otra Unidad Móvil de Atestados. El resultado es "cuestionable". Probablemente, sólo éstaba griposo, opina Gaona.

Sobre las siete se acaba la operación. De las dos pruebas comme il faut, una ha dado positivo. La noche ha certificado el buen olfato de los mossos. También la utilidad de los controles, que han permitido inmovilizar a un conductor abstemio, pero peligroso. Las pruebas acaban con la impunidad de los consumidores de éxtasis, que nunca lo mezclan con el alcohol.

En 2003, en el 12% de los fallecidos en accidentes de tráfico se encontraron restos de drogas. Ese porcentaje es el que Interior lucha por bajar. Según Gaona, los problemas técnicos de ayer se superarán rápidamente con el uso continuado de las máquinas.

Un conductor se somete al control de consumo de drogas.
Un conductor se somete al control de consumo de drogas.JOAN SÁNCHEZ

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