María Chillida muestra en San Sebastián su obra simétrica y colorista

Si hay algo que define la pintura de María Chillida (San Sebastián, 1960) es su búsqueda obsesiva del equilibrio y su afán colorista. Quedó claro en la exposición que presentó en 2000 y ahora vuelve a ser una evidencia en Simetrías, una muestra que reúne en la Galería Ekain de San Sebastián 29 piezas realizadas por la artista durante el último año. De las paredes de la sala (Iñigo, 4) cuelgan collages en papel de seda, tres grabados y una escultura.

"El equilibrio es importantísimo en todas las facetas de la vida. No soy partidaria de los extremos y eso se refleja en mi obra", afirma Chillida. "Nunca me he atrevido a hacer nada que no sea simétrico porque me da la sensación de que, si lo hago, se van a desequilibrar los cuadros". Todas las piezas que presenta en esta exposición son perfectamente simétricas. Las hay de todos los colores y tamaños, pero siempre proporcionadas, compensadas. Y abstractas, porque la artista, hija del escultor Eduardo Chillida, no llega a ese equilibrio de forma premeditada, sino dejándose llevar. "Nunca pienso cómo voy a hacer un cuadro, me lo encuentro, empiezo a cortar y a pintar y me va saliendo".

Las obras que presenta María Chillida en Ekain después de cuatro años sin exponer no nacen de la realidad, pero sí están influidas por ella y, en cierto modo, son el resultado de una reacción. Frente al gris que domina el paisaje donostiarra, el color. "Tenemos tan poco color en San Sebastián, es todo tan gris, que yo creo que me influye y por eso voy a colores que transmiten alegría". Todas sus pinturas son luminosas, más que en su exposición anterior, y todas tienen relieve. La artista, una apasionada "de la tijera", se cansó de las pinturas planas y ha jugado con ellas, creando pliegues, haciendo superposiciones,... La mayoría son papeles de seda coloreados con acrílico. En algunos usa el spray, plásticos e incluso telas. "Cualquier material que coge bien el color. Empleo aquellos que lo mantienen exactamente como yo lo he querido dejar, que no lo transforman al secarse", dice.

Chillida pinta y esculpe en sus ratos libres. Precisamente por eso no pretende "nada en el mundo del arte". "Para pretender algo te lo tienes que currar y yo pinto cuando puedo. Más que trabajo considero este oficio parte de mi ocio", afirma. Ésa es la razón por la que no siente su apellido como una losa. "Si me dedicase a esto en cuerpo y alma tendría que valorar si pesa o no pesa, pero ahora me siento absolutamente libre. Si funciona y gusta lo que hago bien, si no, tampoco pasa nada". ¿Ha heredado algo de su padre? "Ya me gustaría, pero no lo creo", responde. "Hombre, lo que he heredado es una virtud: tengo la suerte de hacer algo que me gusta a mí y a mucha gente, pero nada más".

La autora sólo ha dado a conocer públicamente una parte de su labor creativa: la de los papeles coloristas abstractos. Sin embargo, también pinta figurativo. "Lo hago en verano, en Menorca. Allí hay mucha luz y tengo más tiempo, pero considero lo que pinto muy naïf y demasiado infantil como para exponerlo".