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Sharon y Peres cierran las negociaciones para formar un Gobierno de coalición en Israel

El veterano líder laborista será el 'número dos' del nuevo Gabinete de unidad nacional

Ramón Lobo

Después de días atrapados en legalismos que revelan la desconfianza entre los dos grandes partidos israelíes, el primer ministro Ariel Sharon (Likud) y su amigo Simón Peres (Laborista) alcanzaron ayer un compromiso que despeja el camino para la formación del Gabinete de unidad nacional. Peres será el número dos como adjunto al jefe del Gobierno y no viceprimer ministro, cargo que exigía la modificación de la denominada Ley Básica. Esa ley (Israel carece de Constitución) permite un único viceprimer ministro, puesto ocupado por el likudista Ehud Olmert.

Una modificación debía ser refrendada por el Parlamento en tres votaciones (sólo pasó la primera). Sharon y Peres, de 76 y 81 años de edad respectivamente, resolvieron el embrollo con una salida imaginativa: en lugar de viceprimer ministro, Peres será adjunto al primer ministro y número dos del Gobierno. Así, Sharon esquiva la ley y el proceso parlamentario y da satisfacción a las demandas laboristas. Su oficina explicó el alcance de la decisión en un comunicado oficial: "Peres será el miembro más importante después del primer ministro".

Ahora Sharon deberá solventar otro enredo: dar entrada en el Gobierno al partido ultraortodoxo de la Unidad del Judaísmo y Torá (UJT), que exige el control de las escuelas judaicas. El Likud desea incorporarle como un contrapeso de los laboristas, pues teme que una vez completada la retirada de Gaza, éstos fuercen elecciones anticipadas. Hay una segunda razón aritmética: el actual Gobierno tiene 40 diputados de los 120 de la Knesset; los laboristas aportarán ahora 19, pero aún se requieren los cinco de la UJT para reunir una mayoría simple. Sharon necesita ese colchón para ejecutar su plan de desenganche de Gaza en 2005 y que supondrá la evacuación de 8.000 colonos. Éstos han anunciado una campaña nacional de desobediencia civil.

El viceprimer ministro Olmert (también es titular de Comercio e Industria) aseguró ayer a The Jerusalem Post que Israel deberá retirarse además de partes sustanciales de Cisjordania una vez que se complete la salida de Gaza. Olmert no explicó qué zonas deberán ser entregadas a la Autoridad Nacional Palestina. "Los intereses de Israel requieren una retirada en una escala mayor de la prevista", dice. Olmert cree que ese plan debería llevarse a cabo incluso si no avanzan las negociaciones sobre el estatuto final con Abu Mazen, favorito en las elecciones palestinas.

Aunque a menudo Sharon utiliza a su aliado Olmert para lanzar mensajes que después se convierten en la política oficial (sucedió con Gaza), la oficina del primer ministro puntualizó después que la franja será la única retirada unilateral, descartando cualquier plan en Cisjordania: "En lo que se refiere a los pasos unilaterales, todo comienza y termina en este plan". Esa declaración no cierra una retirada, parcial o completa, negociada con los palestinos.

Un escritor israelí de gran proyección internacional asegura a EL PAÍS: "Nadie sabe lo que piensa Sharon; no hay que juzgarle por sus palabras sino por sus hechos". El runrún diplomático para reanudar las negociaciones de paz no coincide con las acciones. El Gabinete ha aprobado la ampliación del muro en el sur de Hebrón para proteger 10 asentamientos judíos con 50.000 colonos, pero en su recorrido dentro de Cisjordania dejará a 18.000 palestinos en el lado israelí.

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Y en Gaza, la violencia no cesa: carros de combate y vehículos blindados de la Fuerza Israelí de Defensa (IDF) realizaron ayer una incursión en el campo de refugiados de Jan Yunis bajo la excusa de eliminar posiciones de disparo de los cohetes Qassam, lanzados casi a diario contra el asentamiento judío vecino, uno de los que se van a desmantelar en 2005.

Un avión no pilotado israelí lanzó anoche un misil sobre ese campamento y causó la muerte de dos militantes de Hamás y de un tercero de las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, según la versión oficial. Médicos palestinos sostienen que dos jóvenes de 17 años que observaban el tiroteo perdieron la vida. El Ejército afirma que eran milicianos dispuestos a detonar una bomba. Once palestinos resultaron heridos y otros dos pertenecientes al campo de Rafah, al sur de la franja, se encuentran en estado muy grave.

La IDF teme que los ataques de los palestinos sobre los asentamientos judíos de la franja de Gaza tengan el objetivo de presentar después la retirada israelí como una victoria y sirva para encender una rebelión similar en Cisjordania.

Entierro de varios militantes de Hamás y de las Brigadas de Al Aqsa, ayer en Jan Yunis (Gaza).
Entierro de varios militantes de Hamás y de las Brigadas de Al Aqsa, ayer en Jan Yunis (Gaza).EFE

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