_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El saqueo

El informe del Tribunal de Cuentas sobre la gestión del Ayuntamiento de Marbella durante los años 2000-2001 es un manual detallado de cómo dilapidar las arcas municipales. El gobierno del GIL estructuró una organización administrativa para la consecución de un propósito delictivo, la apropiación indebida de los fondos públicos. La corrupción se introdujo por un entramado de entidades dependientes del Ayuntamiento y que estaba formada por dos organismos autónomos y 32 sociedades mercantiles. Sobre ellas no existió control financiero alguno, a pesar de que gestionaron 120 millones de euros en transferencias, en los dos años fiscalizados, que nunca se justificaron. Las obras en Marbella se adjudicaban de forma directa. Sin que constaran estudios ni ofertas de otras empresas para garantizar la objetividad de la selección. Se firmaron múltiples convenios urbanísticos. Con ellos se recalificaban terrenos, supeditando su eficacia a la aprobación definitiva de una revisión del Plan General que nunca fue legal. Pese a ello, se dieron las licencias de obras y se cobraron los aprovechamientos medios.

Un arquitecto, Carlos Monteverde, a quién Jesús Gil debió tener el gusto de conocer, cobró 42 millones de euros por 73 proyectos de obras falsas o inexistentes. Ideó el inmueble de la Escuela de Música y Danza, con tanto acierto que había uno idéntico en Las Rozas (Madrid). Luego proyectó el centro Turístico de la Imagen, copia exacta de una obra similar que ya se había levantado en Elche. Sólo las conclusiones del informe harían necesarios 30 artículos como éste, para poder contarlo todo. Porque en Marbella se instauró el trapicheo. Se empezó haciendo equilibrismo con la legalidad y se terminó prescindiendo de ella. Estas son sólo algunas de las pinceladas de un saqueo. El segundo que investigó el Tribunal de Cuentas.

La alcaldesa de Marbella, Marisol Yagüe, era miembro del equipo de gobierno del GIL en los años fiscalizados. Isabel García Marcos y Carlos Fernández llevaron, en su día, algunas de estas irregularidades a la Fiscalía Anticorrupción. Ahora los tres gobiernan conjuntamente e hicieron causa común contra este informe. Hoy concluye el año que conmemoraba los 25 años de los ayuntamientos democráticos. Incluso de los casi nada democráticos. Y en Marbella, no hay nadie en la cárcel.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_