Colillas y ceniceros
A los problemas generados por los cigarrillos, tanto de salud como de polución atmosférica (después de los automóviles es la segunda fuente), sumemos los de contaminación y suciedad que generan los millones de colillas que cada día se arrojan al suelo. Contaminación, porque recordemos que esta basura contiene numerosas sustancias tóxicas. Suciedad porque se considera "normal" arrojar las colillas al suelo, y así las encontramos por todas partes. Contaminación y limpieza que sufriremos y pagaremos todos.
Sin embargo, es paradójico ver ceniceros de cortesía casi en cualquier lugar; son tan abundantes que acaban induciendo a tirar las colillas al suelo si no se encuentran inmediatamente a mano. Además, tienen otro efecto perverso que es recordar e invitar a fumar. Realmente el tabaco no tiene mejor elemento publicitario que el cenicero.
Pero existen otros comportamientos que no generan basura allá donde se vaya; en efecto, en mi vida sólo he conocido a tres fumadores que usaban ceniceros portátiles individuales, no consentían que sus propias colillas y cenizas las limpiaran los demás, y por supuesto, tampoco las arrojaban al suelo. Estoy seguro de que habrá más fumadores que, siendo conscientes de este problema, tengan comportamientos respetuosos análogos.
Y ahora, cuando por fin se toman medidas para atajar el problema del tabaco, demos otro paso más con campañas de retirada de los ceniceros de cortesía de los lugares públicos, de fomento del uso de ceniceros portátiles personales, de educación para desterrar la mala costumbre de arrojar colillas al suelo.
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