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Entrevista:JAVIER MARRODÁN | Periodista

"El drama de los Ulayar es un icono del dolor que causa ETA"

Durante años, la viuda y los cuatro hijos de Jesús Ulayar Liciaga, asesinado por ETA en Etxarri-Aranatz (Navarra) el 27 de enero de 1979, fueron guardando en una maleta negra todos los documentos relacionados con el crimen. Los primeros recortes de prensa, la sentencia que condenaba a los asesinos; también las noticias que hablaban de cómo aquellos terroristas, vecinos del pueblo, fueron recibidos tras su excarcelación con honores de héroes. Ahora, tantos años después, un periodista, Javier Marrodán (Madrid, 1966), ha escrito un libro -Regreso a Etxarri-Aranatz- que es también un viaje al dolor guardado en esa maleta. "El caso de los Ulayar", explica el autor del libro, "es como un icono. Su peripecia vital reúne todos los ingredientes de dolor, afrentas, calumnias, muerte, soledad e impotencia que la banda terrorista ETA ha ido sembrando en los últimos años sobre Navarra, el País Vasco y otros muchos lugares de España".

Pregunta. Su libro está escrito alrededor de dos fechas. La primera es la del asesinato; la segunda, la del 24 de enero de 2004...

Respuesta. Aquel día, la familia de Jesús Ulayar recibió el cariño que no había tenido en los 25 años anteriores. Gracias a una convocatoria de la plataforma ciudadana Libertad Ya, más de 2.000 personas se reunieron en Etxarri-Aranatz. Una larga comitiva de paraguas avanzó mansamente desde el cementerio hacia el casco urbano. Aquella imagen es ya histórica. El 24 de enero de 2004, la herida de los Ulayar, tanto tiempo abierta, empezó por fin a cicatrizar.

P. ¿Qué es lo que más le impresionó del drama de los Ulayar?

R. Su historia es un espejo donde podemos descubrirnos de alguna manera a nosotros mismos. En el libro hay momentos que estremecen, por mucho que hayan pasado 25 años. Pero no basta conmoverse, no es suficiente imaginar el dolor de aquellos largos años de injusticia sufridos en silencio por los Ulayar. Es preciso que todos nos miremos en la historia de su abandono para descubrir cómo éramos entonces. Está bien emocionarse ante las fotografías en blanco y negro del funeral o sentir un escalofrío de remordimiento al leer las afrentas que padecieron en la escuela, en la calle, en casi todos los rincones de su existencia, pero debemos buscar la imagen de nosotros mismos en aquella época y preguntarnos dónde estábamos, que hacíamos, cuánto tiempo tardamos en descubrir que el problema de los Ulayar era también nuestro problema.

P. El día 24 de enero de 2004, los Ulayar recibieron el apoyo de personas que también sufren o han sufrido el acoso de ETA. Y usted ha querido que también estén en el libro...

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R. Sí, porque el libro pretende ser un homenaje a las víctimas del terrorismo. No están todas, ni muchísimo menos, pero la muestra es suficiente para hacerse cargo de la dignidad y del ejemplo que han derrochado durante tantos años. El libro, en definitiva, es una aproximación a la epopeya colectiva que ha tenido lugar en los últimos años. Porque aquí, así lo veo yo, ha tenido lugar, una auténtica epopeya. Una epopeya improvisada, quizá más voluntariosa que efectiva, anónima muchas veces o descoordinada otras. Pero ninguna de sus carencias u omisiones le quita valor ni méritos. Leyendo recientemente una biografía de Kennedy me encontré con una frase de su discurso de investidura que creo que se ajusta a lo que está sucediendo estos últimos años en Navarra y en el País Vasco. El discurso lo pronunció el 30 de enero de 1961. Eran los años de la Guerra Fría, Berlín, Kruschev, Cuba, Mao Ze Dong y las armas nucleares. Había una sensación de peligro casi planetaria. "En la larga historia el mundo", dijo Kennedy, "algunas generaciones recibieron la misión de defender la libertad en momentos en que se hallaba en franco peligro. No me sustraigo a esa responsabilidad. La acojo con alegría. No puedo creer que nadie, entre nosotros, deseara pertenecer a ningún otro pueblo ni a ninguna otra generación".

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