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Columna
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Millán Astray

Se había reunido la Acadèmia Valenciana de la Llengua, el miércoles, para aprobar un dictamen sobre el nombre y la entidad del valenciano. Y así figuraba en el orden del día. Pero he aquí que, de pronto, se presenta en la reunión una especie de Millán Astray, reencarnado en la persona del consejero de Cultura y Educación, señor Font de Mora, quien al grito de "Muera la inteligencia" -que no otra cosa significaba el comunicado amenazador del Consell al que dio lectura- ordenó la suspensión del acto. Lo que iban a aprobar los académicos no convenía a los intereses del PP. No hubo entre los académicos un Miguel de Unamuno que tomase la palabra para decirle al consejero Font de Mora: "Venceréis, pero no convenceréis, porque convencer es persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón". Es lo que hizo el rector de Salamanca, enfrentándose al verdadero Millán Astray cuando éste pronunció su célebre frase en un acto académico que tenía lugar en el paraninfo de la Universidad salmantina. Tampoco, nadie de los miembros de la Academia sintió la necesidad de levantarse y, dirigiéndose al resto de académicos, decirles: "Señores, vayámonos a casa que aquí sólo estamos representando el papel de marionetas". Es lo que un mínimo de dignidad personal requería. Pero en este misericordiable país nuestro, que diría Fuster, se va perdiendo la dignidad y la propia estima. Y cuando la autoestima se pierde por parte de las élites, políticas o intelectuales, resulta imposible reclamar la autoestima colectiva. Cuando las clases dirigentes en compte de donar llum donen fum ¿con qué autoridad van a pedirle nada al vecindario, a la bona gent como la llamaba Sant Vicent Ferrer? ¿Quién es el Ejecutivo valenciano para ordenarle a la Acadèmia lo que tiene que acordar y lo que no, en materia lingüística? Muy sencillo: el amo. Es decir, el que paga. A estos muchachos de la derecha que nos gobiernan la lengua les importa un comino. Y la Acadèmia menos. Sólo la tienen para que bendiga sus triquiñuelas y berenjenales político-lingüísticos. Y si se niega a hacerlo, amenazan con disolver el invento. Para luego es tarde. Por mí, mañana mismo.

fburguera@inves.es

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