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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Berlín, reforma imposible

Durante casi un año, las autoridades federales alemanas, los länder y los partidos parlamentarios han intentado romper el sortilegio que parece hacer imposible toda reforma modernizadora del Estado federal. Los dos grandes partidos, socialdemócratas del SPD y democristianos de CDU y la bávara CSU, reconocían a finales de la pasada semana el fracaso de sus intentos por reformar la Constitución. Todos los partidos alemanes admiten que el actual sistema federal, con sus inmensas burocracias, fraccionamiento competencial, legislaciones diversas y laberintos procedimentales, que tiene su origen en la voluntad de las potencias vencedoras de la II Guerra Mundial por imposibilitar todo poder central en Alemania, se ha convertido en un anacronismo, además de grave obstáculo para la liberalización de la economía.

Pero cuando en muchos campos los acuerdos inducían al optimismo, la pugna entre la autoridad federal y los länder en materia de educación y universidades ha hecho fracasar todos los empeños. Los Estados federados gobernados por los conservadores se unieron en resistencia numantina contra toda cesión de competencias a Berlín, dinamitando así posiciones que su correligionario Edmund Stoiber consideraba razonables. Rota la posibilidad de acuerdo sobre educación, surgieron de nuevo reservas a las reformas previstas en materia de seguridad y policía y en el acuerdo inicial sobre el pacto de estabilidad interno alemán.

La reforma del Estado federal pasa por un reforzamiento del Bundestag y una limitación de los poderes del Bundesrat, tantas veces utilizados para bloquear los cambios. Sin embargo, algunos barones de la CDU no parecen dispuestos, por consideraciones partidistas inmediatas, a renunciar a este instrumento de proyección de poder en Berlín, a sabiendas de que su obstrucción se volverá en contra de su programa de reformas en cuanto su partido llegue al Gobierno federal. Este nuevo fracaso pone una vez más en evidencia la incapacidad de la clase política alemana de aunar esfuerzos para salir de la esclerosis múltiple que paraliza al Estado, a la economía y a la sociedad en general.

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