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CUMBRE DE LA UE

"Nosotros no lo veremos"

Juan Carlos Sanz

El de Europa a plazo fijo dejó frío a los turcos en una jornada descrita como histórica. Por las gélidas calles de Ankara los embozados ciudadanos no parecían aguardar ayer otra celebración que la de Fin de Año, una parodia de la Navidad que, desde los hipermercados más lujosos hasta los bazares más tristes, excita su creciente consumismo.

"¿Los abetos de Navidad? Se venden mucho ahora. Es para poner los regalos de los niños, ya sabe", se frotaba las manos Metin Onen, de 27 años, en su floristería de Suluhan Carsisi, un caravansar medieval reconvertido en mercado al pie de la ciudadela de la capital turca. "¡Pues claro que los compradores son musulmanes, como todo el mundo por aquí!", replica Metin, eurooptimista, como el 75% de los turcos que se declaran favorables a la integración en un país mayoritariamente joven. "Soy musulmán y turco, pero algún día estaré en la Unión Europea. En este país sólo concebimos el éxito", remachaba dando saltitos sobre un charco helado.

A la puerta del hammán histórico Eynebey -ahora modernizados baños turcos con sauna y masaje-, Adem Erdinc, un menestral de 57 años en el abandonado distrito de Ulus, menea la cabeza al sol. "Tener una fecha para negociar no significa que vayamos a entrar en la Unión Europea, además, el proceso puede durar más de 15 años", resumía el europesimismo de los turcos de mayor edad, que invariablemente contestan con un "no lo veremos" al ser preguntados por la fecha en la que prevén la incorporación de Turquía a la UE.

Ni explosión de júbilo, ni ola de decepción. Las calles turcas apenas registraron algún brote de rechazo, como la manifestación organizada ayer en el centro de Estambul por grupos de extrema izquierda, en la que algunos centenares de personas gritaron: "No al colonialismo de Europa" y "La UE no pasará".

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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