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Reportaje:TEATRO

El hado y el libre albedrío

Javier Vallejo

Cuando Calderón de la Barca escribió La hija del aire, que Jorge Lavelli estrena el 21 de diciembre en el Teatro Español, de Madrid, la figura de Semíramis era tan popular como lo puedan ser hoy Antígona y Medea. El mito circulaba en Selva de varia lección, libro de Pedro Mexía muy reeditado, y en versiones teatrales de Cristóbal de Virués y de Lope de Vega. En La gran Semíramis, escrita durante el reinado de Felipe II, De Virués plantea lo recurrente de los abusos del poder, con independencia de quien lo ejerza. Durante el primer acto de esta tragedia, el rey Nino toma a Semíramis contra su voluntad, y empuja a su marido al suicidio. Unida a Nino en segundas nupcias, la protagonista lo asesina años después, para ocupar su puesto, mientras sus cortesanos hacen como que no ven. Finalmente, Ninias, su hijo, que es de tal palo, la mata, y los cortesanos se disponen a servirle, dando por buena su versión de lo sucedido, exculpatoria e inverosímil. "Mañana con pregones se publique", ordena Ninias, y añade, cínico, que gobernará para el bien común. Esta tragedia abarca un periodo de 22 años, en el que se suceden tres gobiernos, pero los cortesanos son siempre los mismos: todo cambia, y no cambia nada. La hija del aire aborda la figura de Semíramis desde una perspectiva menos política que la de De Virués, militar escéptico y poeta alabado varias veces por Cervantes. El comienzo de esta obra es mellizo del de La vida es sueño: sale Semíramis cubierta de pieles, prisionera en una cueva, lamentándose a lo Segismundo: "¡Ay infelice de mí!". Tiresias, homólogo de Clotaldo, cuenta que vive encerrada desde su nacimiento, porque Venus anunció que se producirían mil desgracias por su causa. Los papeles de Rosaura y Clarín los desempeñan en La hija del aire Menón, general de Nino, y Chato, un bobo logradísimo y nada tonto.

Calderón compuso esta tragedia en dos partes: por su extensión, pueden representarse separadamente. La compañía de Adrián López las ofreció así en 1653, en el Palacio Real, de Madrid, con un par de días de descanso entre ambas funciones. En 1981, Lluís Pasqual estrenó una refundición en el Teatro María Guerrero, con Ana Belén. La semana próxima Jorge Lavelli presenta la segunda parte en el Teatro Español, con la compañía del Teatro General San Martín, de Buenos Aires, y la madrileña Blanca Portillo en el papel principal. En La hija del aire, Calderón plantea el mismo dilema que en La vida es sueño: ¿es su protagonista dueño de su destino o no? Segismundo y Semíramis desafían al oráculo al salir de su encierro, pero mientras que él sabe vencerse, cada paso que ella da la empuja al final anunciado. En la parte primera, Nino arrebata a Semíramis de los brazos de Menón, se casa con ella y recibe dos avisos de la muerte trágica que le espera. La segunda parte arranca veinte años después, cuando la protagonista ocupa en solitario el trono de Babilonia. Desapegada de todo lo que no sea el poder ("¡qué gran gusto es mirar tantas gentes a mis plantas!", exclama), toma decisiones cada vez más arbitrarias y alucinadas. Levanta un castillo de naipes, y se le viene abajo.

En Francia y en Italia, escri

bieron piezas en torno a Semíramis otros autores empeñados en resucitar el pathos de la tragedia griega: Metastasio, Desfontaines, Gilbert, Crébillon... Voltaire, celoso de este último (a quien Marivaux comparó con Sófocles, en un arrebato de optimismo), decidió medírsele y compuso una Semíramis que comienza a la manera de Hamlet: Nino, asesinado por el amante de su esposa, se aparece espectralmente para pedir venganza a su hijo Ninias. Durante una estancia de tres años en Inglaterra, Voltaire había contaminado su elegancia neoclásica con la truculencia shakespeariana: como Lady Macbeth, su Semíramis no puede conciliar el sueño. La tragedia culmina en la oscuridad del laberíntico panteón de Nino, donde su hijo, ensangrentado, cumple el oráculo entre truenos. Tan excesiva pareció esta pieza, que al poco de su estreno, en 1748, el Théâtre des Italiens y el de la Foire prepararon sendas parodias. Voltaire usó de todas sus influencias para impedir que la primera subiera a escena, pero no consiguió abortar la segunda.

La hija del aire. Madrid. Teatro Español. Del 21 de diciembre al 16 de enero de 2005.

Una imagen del montaje 'La hija del aire', que se estrena el martes en el Teatro Español de Madrid.
Una imagen del montaje 'La hija del aire', que se estrena el martes en el Teatro Español de Madrid.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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