Detenido el líder de la extrema derecha británica por incitar al odio racial

Nick Griffin, presidente del Partido Nacional Británico (BNP en sus siglas inglesas), la principal formación de extrema derecha de Reino Unido, fue arrestado ayer por la policía, y puesto luego en libertad bajo fianza, en el marco de una investigación por sospechas de incitación al odio racial. La detención de Griffin, de 45 años y padre de cuatro hijos, es el arresto número 12 en las filas del BNP desde que se iniciaron las investigaciones tras la emisión, en julio pasado, de un documental de la BBC sobre las actividades del partido. En algunos pasajes grabados con cámara oculta aparecían activistas del BNP confesando delitos racistas y odio racial mientras Griffin se pronunciaba en términos despectivos sobre el islam.

Un portavoz del BNP declaró ayer a la agencia Press Association: "A las siete horas, cuatro policías no uniformados despertaron a Griffin mientras dormía en su casa familiar de campo en el centro de Gales". "El señor Griffin fue detenido y en estos momentos está siendo trasladado a la comisaría de Yorkshire Oeste. Creemos que ha sido arrestado por ser sospechoso de un delito de incitación a cometer actos racistas".

El domingo pasado fue detenido el presidente y fundador del partido, acusado de los mismos cargos. Al día siguiente fue detenido un hombre de 24 años originario de Leicester, también por un supuesto delito de odio racial. Otros nueve hombres habían sido detenidos con anterioridad y luego puestos en libertad bajo fianza acusados de delitos raciales y posesión de armas de fuego. Otro hombre fue detenido tras pronunciar un discurso en Burnley, uno de los pocos lugares en los que el BNP tiene representación municipal.

El BNP no tiene en el Reino Unido la presencia electoral y la influencia política que tiene el Frente Nacional en Francia, pero agrupa una cantidad significativa de votos que le permiten tener concejales en algunos ayuntamientos, sobre todo en el centro y el norte del país. Su ascenso electoral tropezó en las pasadas elecciones europeas y municipales con la irrupción del UKIP, un partido nacionalista que pide la retirada de Reino Unido de las instituciones europeas pero que no se presenta como un partido abiertamente racista.